sábado, 2 de marzo de 2013

El pequeño escribiente florentino (Relato)








En Florencia, Italia, vivía una familia compuesta por el padre, la madre y tres hijos. El mayor se llamaba Carlo. El padre era empleado de ferrocarriles. Como el sueldo que ganaba no era suficiente, por las noches trabajaba como escribiente (copiaba a mano cartas y otros documentos). Lo hacía porque deseaba ofrecer a sus niños la mejor educación posible.

Aunque sabía que Carlo era un poco despistado y disculpaba sus pequeños olvidos, era muy exigente en cuanto a su desempeño en la escuela. Carlo, por su parte, comprendía el esfuerzo que estaba haciendo su padre. Sabía, además, que estaba perdiendo la vista por forzarla tanto de noche. En una ocasión le propuso ayudarle.

-¡De ninguna manera- respondió el señor-. No quiero que al día siguiente estés cansado y te distraigas de tus estudios.

El pequeño no quedo conforme con la respuesta y planeó hacer algo. Por las noches esperaba despierto hasta que su padre terminaba su tarea de copista y se recostaba a descansar un rato. Entonces Carlo se dirigía al escritorio y trabajaba hasta el amanecer.



Lo hizo así durante varias semanas. El padre no se daba cuenta de que las copias aumentaban, pues las hacía de forma mecánica y todos los documentos se parecían entre sí. Cuando fue a entregar el material a quien se lo encargaba, le sorprendió ver que recibía más dinero del acostumbrado, pero no dijo nada. Con los ingresos extra que obtuvo compró ropa de invierno para que los niños no pasaran frío.

Al cabo de un tiempo, el maestro de Carlo se quejo: el niño parecía siempre adormilado y no ponía interés en los estudios. El padre lo regañó. Pero Carlo no contó su secreto y se siguió levantando por las noches para trabajar. Al paso de los días se veía cansado y su madre pensó que quizá estaba enfermo.

Una noche, mientras hacía sus copias, el pequeño escucho ruido. No presto demasiada atención y siguió con su trabajo. Al poco rato oyó que alguien suspiraba atrás de él. Era su padre. El señor lo abrazó y le ofreció una disculpa.

-Querido Carlo. De veras que ya no veo lo que ocurre a mi alrededor. Doy gracias por tener un hijo como tú.

Frase : “No puedes escapar a la responsabilidad de mañana, evitándola hoy.” Abraham Lincoln

homónimo incluido en Corazón, de Edmundo de Amicis.




NECESITO DE TODOS

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