Alejandro Jodorowsky escribe la introducción de “Bienvenidos en el camino”, de Arnaud Desjardins, una síntesis de los consejos que se le pueden dar a una persona comprometida con la búsqueda interior y espiritual. Un extracto del mismo:
“El proceso consiste pues sencillamente en partir de donde estoy, en poner un pie delante del otro y en avanzar. Existe una meta pero las cosas nunca tienen lugar a nivel de la meta mientras no la hayamos alcanzado. La vía, el camino, la meditación, la vigilancia están situadas en el sitio en donde estoy. Es lo que está en juego en el famoso «aquí y ahora». Todo lo demás, fuera de esta conciencia del instante, no son más que pensamientos, como si detuviéramos el coche en el borde de la carretera y comenzáramos a soñar con viajes. Para llegar a la desnudez, podemos quitarnos la ropa muy lentamente y descansar durante un cuarto de hora entre cada prenda, también podemos quitárnosla muy de prisa o quitarnos varias prendas a la vez, pero lo seguro es que tenemos que quitárnosla por completo. Lo que intentamos conseguir, ya lo somos. Por eso oyen o leen ustedes unas expresiones del tipo: «Ya están ustedes liberados, la única diferencia entre ustedes y el sabio es que él sabe que está liberado y que ustedes no lo saben». Pero, aunque tomen ustedes en serio una frase así, eso no les ayudará mucho, y, sin embargo, es la verdad. Dejemos este punto bien claro: todo lo que conseguimos con nuestros propios esfuerzos puede ser destruido por causas adversas. Puede usted llegar a ser un pianista de valor merced a su trabajo pero si tiene la mano destrozada por un accidente, todos sus esfuerzos estarán arruinados. Puede usted practicar intensamente la musculación o el body-building, formarse una musculatura como la de Stallone o Schwartzenegger pero una enfermedad grave que le llevara a adelgazar echaría a perder todo lo adquirido. Se trata de despertar a una Realidad previa a todos nuestros esfuerzos que, no sólo está dentro de nosotros, sino que ya la somos, como la capa de agua que estaba ahí mucho antes de que emprendiésemos el sondeo.
A este respecto, otra imagen célebre fue utilizada por cantidad de maestros, la del océano y de las olas: la ola tiene ya su ser dentro del océano. No podemos dejar de recordar las palabras de Cristo: «Yo resido en vosotros como vosotros residís en mí» o las de San Pablo: «Dios no está nunca lejos de nosotros: en él tenemos el ser, el movimiento y la vida». Tenemos el ser en esta Realidad suprema, única, sin límites, no implicada en el tiempo, eterna y que no depende de nada. Eso es también, lo repito, lo que Buda llamó: «lo No- Nacido, No-Hecho, No-Devenido, No-Compuesto», cuando toda nuestra experiencia, por ahora, se limita a lo que nació (a lo que tuvo un principio), que fue hecho (fabricado a partir de elementos ya existentes), compuesto (capaz pues de descomponerse), llegado a ser (que tiene una historia). No hay más que cambios, cambios y más cambios, y esos cambios van a proseguir. La impermanencia es la ley del mundo relativo.”
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