Cuando por fin entramos en nuestro próximo destino de atemporalidad, todos pareceremos estar atascados en el semáforo del yo, esperando que la luz cambie a verde Pascua y nos dé la señal y al hombrecito verde que camina. Conteniendo el aliento, nuestro mal genio y nuestras expectativas, esperamos al margen que el cosmos nos dé la señal de avanzar. Deteniéndonos sólo para perfeccionar nuestros deseos, nuestros anhelos y nuestras necesidades, buscamos constantemente la señal, la escritura en el cielo que diga: “Todo bien, el agua es segura pueden entrar, ahora pueden cruzar la calle de su vida hacia la siguiente fase de su viaje.” Esperamos ansiosamente, escudriñamos nuestro mundo, nuestros reflejos y nuestras intuiciones en busca de orientación cósmica. Sentimos que nuestras piernas son de plomo, inamovibles, manteniéndonos en la tierra del vacío, de lo sin forma y lo desinformado. Un lugar sin palabras, sin acciones, sin previsión. Nos lamemos las heridas sintiéndonos como un animal atrapado que no tiene por dónde escapar. Miramos a nuestro alrededor la economía, el gobierno, el mundo, y vemos que todos están detenidos ante el semáforo en una larga fila, esperando una señal. A la miseria a menudo le gusta la compañía, pero no hay consuelo en esta reunión.
Muchos se cansan de esperar y se aventuran por su cuenta al vacío de lo desconocido. Regresando desgarrados y destrozados y aún más confundidos, diciendo que toda la tierra está estancada y parece inamovible. Nuestros corazones se hunden más profundamente en la fosa de nuestro estómago. ¿Quién nos salvará, quién nos guiará, quién será nuestro mesías, nuestro presidente, nuestro comandante en jefe? Nos sentimos como si estuviéramos cautivos dentro del espacio y el tiempo, sentados en el lugar entre respiraciones, entre latidos y entre pensamientos. El silencio es muy fuerte; la energía del vacío silencioso es ensordecedora. Nos metemos los dedos en los oídos para detener el dolor del silencio, y al hacerlo oímos una voz débil, pero familiar. Una vocecita diminuta que dice: “Escúchame, estoy aquí para ti.” Nos esforzamos por escuchar el único sonido familiar y tranquilizador en el vacío, la voz de nuestro verdadero yo, nuestra alma y nuestra divinidad.
La voz continúa diciendo: “Todo es invisible y está en estado embrionario. Espera hasta que cambie la marea, y llegue por fin a la orilla de tu corazón. No te lances a las aguas peligrosas por aburrimiento, por miedo, por necesidad. Espera a que la vida se revele. Aférrate a los sueños germinales dentro de tu corazón. Ellos serán los frutos del futuro. Espera amorosamente a que tu alma te anuncie que es seguro cruzar el puente. No utilices excusas para volverte letárgico, deprimido y autocomplaciente. En este lugar en que te encuentras temporalmente, teje los anhelos de tu corazón en un tapiz vibratorio de partículas subatómicas que están destinadas a abrirse paso hacia la forma física. No te sientes como un pasajero en tu vida. Mirándola pasar por la ventana.
Inhalas energías desconocidas que no parecen encajar en tu vida, en tu cuerpo, ni en tu pensamiento. Agárrate fuerte mientras remas a través de las grandes olas de tu vida hacia las aguas calmas pero poderosas de lo Nuevo. Suelta el miedo a caerte de tu vida monótona y a que te coman los monstruos marinos. Navega a toda vela, sin miedo al fracaso. Sigue el mapa estelar de tu destino con precisión y luego espera a atracar en la nueva tierra que te brindará aún más de lo que imaginabas.
Tu espera en el vacío no es más que un viaje en ascensor de un piso de luz a otro. En toda la vida no es más que un guiño, un parpadear y un cabeceo. Ahora navega en tu hermoso barco hacia tu futuro desconocido, sin forma. Permite que tu brújula interna divina te dirija innatamente en la dirección de tu destino.
La ilusión de quietud parece inquietantemente viva y temes que te devore su inmensidad, como quien navega hasta el final del río sólo para encontrar una gran cascada. Suéltate y permite que conduzca la divinidad dentro de ti. Es más vieja y más sabia y ha conducido desde el principio del tiempo. Permite que el verdadero yo, el alma, el Dios dentro de ti, te lleve en una dirección de plenitud. El vacío tiene la capacidad de extraer lo que está en tu corazón y ayudarte a darlo a luz a la manifestación.”
Gillian MacBeth-Louthan
PO Box 217
Dandridge, Tennessee
37725-0217
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