miércoles, 20 de marzo de 2013

Del optimismo ciego al pensamiento positivo responsable



En un contexto en que cada vez más gurús, libros y teorías proclaman una actitud positiva, quiero proponer una distinción importante. En mi práctica como coach, he observado que el pensamiento positivo a menudo se entiende de una forma muy desacertada, y se confunde con el optimismo ciego.
  • Retrato de un optimista ciego
Se fija objetivos cuyo resultado no depende solamente de él, y se apega a dichos objetivos, queriendo adaptar lo que le rodea a su antojo. Por ejemplo, “quiero que esta persona me trate mejor”, “quiero conseguir un millón de euros”… Una persona optimista ciega se genera expectativas, y va encajando según su puzzle a los demás y a las circunstancias. Busca el cambio de fuera y pone la responsabilidad fuera también. Si consigue lo que quiere, aumenta su autoestima y su felicidad según esos resultados, las mismas que tambalean en cuanto los resultados cambian (el dinero, el reconocimiento, el afecto, el éxito…). Si no consigue lo que quiere, se frustra y se pasa “al otro bando”: se vuelve pesimista y afirma frases como “soy un optimista con experiencia, soy realista”. Cuando en realidad lo que le ocurre es que era un optimista ciego, idealista, y chocó contra un gran muro que no vio porque tenía los ojos cerrados.
  • ¿Qué tienen en común un optimista ciego y un pesimista?
    • Son victimistas, es decir, se toman la vida de forma reactiva, y no proactiva o creativa, porque ponen el foco en las circunstancias y no en su responsabilidad.
    • Ambos están apegados a su idea o teoría de lo que deberían ser las cosas y pierden el contacto con la realidad, con la experiencia misma. Dejan de escuchar al mundo, a los demás, al mercado… porque están demasiado concentrados en escuchar sus propias ideas.
    • No asumen la responsabilidad de su vida, sino que delegan su felicidad y crecimiento a los resultados de fuera.
  • Características del pensamiento positivo responsable
  • Invita a tener objetivos, y a seguir confiando en nuestras posibilidades de éxito, pero haciendo énfasis en que es fundamental continuar trabajando mientras tanto, tanto si las cosas salen como esperábamos como si no, es decir, sin apegarnos a los resultados.
  • No busca transformar tanto lo de fuera, como transformarse desde dentro, y por eso no basa su positividad en expectativas de cambios externos, sino en el trabajo del propio cambio interior, hacia una actitud cada vez más positiva, pero no negando la dificultad de las circunstancias, ni negando sus emociones desagradables.
  • El pensamiento positivo responsable no actúa por miedo, ni por ilusión o negación de la realidad, sino que formula sus objetivos desde su firme voluntad, y la fuerza de su voluntad le hace ser capaz de encarar la realidad con coraje, liberar todo su potencial y recursos internos y transformar los problemas en oportunidades de crecimiento y aprendizaje continuos.
“Nadie dijo que sería fácil, sino que valdría la pena”. Nunca es tarde para salir de la vaga ilusión y el auto-engaño del optimismo ciego, y coger las riendas de un pensamiento positivo responsable, dispuesto a aceptar las dificultades y superarlas, sintiendo que el mero hecho de luchar por ello, independientemente de los resultados, ya merece la pena.
http://filocoaching.com

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