Nuestras percepciones iniciales sobre las personas y las situaciones son usualmente lo opuesto a la verdad.
En una relación, por ejemplo, generalmente nos sentimos tan atraídos hacia alguien basados en el primer encuentro sólo para encontrar luego que no son las personas que habíamos imaginado. Por otro lado, algunas personas a las cuales juzgamos duramente al principio terminan convirtiéndose en nuestros mejores amigos.
Existe un antiguo adagio que dice: “Sólo los tontos se apresuran”.
Al restringir nuestro juicio, permitimos que la situación se desenvuelva de tal manera que podamos percibirla con claridad.
Rav áshlag escribió que si una persona que desconociera las formas del mundo observase a un becerro y a un bebé humano, seguramente pensaría que el becerro es un ser superior.
Después de todo, un becerro puede levantarse de una vez y comenzar a caminar casi inmediatamente, mientras que el bebé humano no puede ni siquiera mantener su cabeza arriba y sólo se cae una y otra vez. Por supuesto, una vez que ha crecido completamente está claro que el humano, con toda su inteligencia y libre albedrío, es más evolucionado que una vaca.
Mientras mayor es nuestro potencial, es más probable que caigamos, ¡muchas, muchas veces hasta que nos salga bien!
Lo importante es continuar levantándonos, sabiendo que algún día nos pararemos sobre nuestros propios pies y caminaremos hacia la Luz.
Yehudá Berg
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