Cuando el universo crea a partir de un punto de perfección, se honra a sí mismo primero. El universo crea a partir de un lugar de plenitud, no de vacío. Para poder hacer su trabajo, el sol debe brillar plenamente para sí mismo primero y después, y sólo después, puede brillar para otros. En este tiempo de energías cambiantes y tiempo que se deshace, pregúntense a sí mismos: ¿Es cuidar de otros una excusa para no cuidarse uno mismo? ¿Es una excusa para no hacer las cosas que uno está destinado a hacer? Éstas son las preguntas que todos nos debemos hacer mientras el mundo externo trata de absorbernos, alejándonos de lo que vemos como el camino de nuestro propósito. ¿Pateamos y chillamos para aferrarnos a nuestro yo? ¿Nos enojamos cuando otros tratan de quitarnos nuestro tiempo, nuestra paz, nuestro silencio?
Nos distraemos continuamente de lo que son nuestras intenciones perfectas. Comenzamos cada día sabiendo lo que debemos lograr, pero al final del día esa lista todavía está llena. Las exigencias son tan grandes que podríamos cocinarlas a la parrilla… ¿¿Estamos aquí para ellas o para nosotros?? ¿Por qué estamos tan ocupados ayudando a otros a realizar sus sueños, su paz, su seguridad, cuando no podemos ni siquiera encontrar los propios? ¿Por qué somos magnetizados hacia algo en lo que normalmente no entraríamos?
La culpa nos empaca una maleta mientras nos aferramos a nuestras vidas que se ahogan. Como quien observa desde una perspectiva más alta, ustedes se hallan perplejos en la cima de la montaña del ser, mirando por encima de las colinas a través del valle del yo.
Parecemos estar viviendo varias vidas a la vez, observándolas a todas con una sonrisa y una mueca. Queremos ayudar y ser útiles guiando a otros a través de sus sueños con grandes esfuerzos de rescate por nuestra parte. Nos cansamos, pues las energías de los dramas de los demás se hacen más densas dándonos vueltas y vueltas.
Los días se han acortado y ni siquiera hay tiempo suficiente para cumplir las necesidades básicas. Corren en círculos tratando de llenar las órdenes de su vida sin ver nada realizado del todo. Estar a reventar parece ser un deporte olímpico. La naturaleza se pone en pose mientras abre la puerta para que lo increíble se vuelva creíble.
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