martes, 26 de febrero de 2013

Si quiero estar deprimido, tengo derecho a hacerlo...?






La próxima vez que visites a tu tía (la que ama quejarse), dile muy respetuosamente:
“Tía, vine aquí a sufrir contigo el día de hoy. Sin embargo antes de que suframos, es justo que tu también compartas conmigo cinco placeres que has tenido hoy”
“No he tenido placeres”.
“Tía, ¿Tomaste café en el desayuno?”.
“Si”.
No le permitas que suelte su gancho con esa respuesta superficial. Has que ella comparta su placer. “¿Estaba dulce?, ¿Caliente?, ¿El aroma perduró?, ¿Te dio energía?” (Ella accederá a responder porque quiere su turno para quejarse…)
“Esta bien, estaba dulce y fue agradable”.
“¡Buenísimo tía! ¡Ahora cuatro más!”
“No tuve más”.
“¿Te lavaste la cara?, ¿Fue placentero?, ¿Refrescante?” Revívelo con ella. Luego con otro placer.
Después de que describa cinco placeres, sus quejas no serán tan malas. Para trabajar realmente sobre esto, siéntate con tu esposo (o compañero de cuarto) cada tarde y discutan un placer que cada uno tuvo ese día. Por lo menos, ¡tendrás un esposo o compañero de cuarto más feliz! Incorpora esto en la rutina familiar a fin de que tus hijos también aprendan a apreciar sus placeres diarios.

VÍA YO EVOLUCIONO

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