Cuando se entiende que la realidad es un espejo, se termina de asimilar que la pareja también lo es. En él se refleja la parte masculina en la mujer y la parte femenina en el hombre. Por eso, cuando un miembro de la pareja se transforma y el otro no, o tienen ritmos de evocución diferentes, lo que ven en el espejo es tan disonante con tu identidad que el mismo malestar lleva a tomar distintos caminos:
-Menos evolucionado: el camino del odio, la queja, la enfermedad, el nudo sadomasoquista.
-Más evolucionado: dejar de mirarse en ese espejo, agradecer lo recibido, asumir que es el fin de la pareja y seguir cada uno su vida deseándole al otro la felicidad.
CLAUDIO NARANJO
VÍA PLANO CREATIVO
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