Hay una llave que le abre la puerta a la paz y se la cierra al sufrimiento: acepta lo que no puede ser cambiado.
Al enfrentar una experiencia la juzgas como buena o mala, luminosa u oscura, amorosa o agresiva, triste o alegre, escasa o abundante. Eres tu quien la define, las cosas simplemente suceden, de ti depende cómo las percibes y las asumes.
Ahora bien, aceptar no es resignarte o admitir de mala gana lo que sucede, sino entender que ya sucedió y no hay nada que hacer al respecto. Sin embargo es tu actitud de ahora la que crea lo que vivirás mañana. Aceptar es llenar de paz tus pensamientos, soltarte y reconocer que cada momento es perfecto, que el propósito de la vida es aprender y crecer por medio de la experiencia y que si te resistes a ella duele.
Aceptar es entregarte, saber que no puedes controlar la vida, que la lucha no tiene sentido, que si te encierras en tus expectativas y te empeñas en cambiar lo que ya es, te sentirás impotente y llenarás tus días de sufrimiento.
Diana Rodriguez Angulo
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