En verdad todos somos espejos unos de los otros. Para alcanzar esta percepción, hay que tener en cuenta que no existe una línea divisoria entre “afuera” y “adentro”, sino que todo está unido, y lo que nos sucede es un reflejo de nuestra realidad interna. Por eso si tú cambias, todo cambia en tu mundo, literalmente.
El más claro espejo de lo que sentimos, pensamos y hacemos podemos encontrarlo en las personas que nos rodean. Cada una de ellas refleja un aspecto de nosotros mismos, aunque es necesaria la honestidad con uno mismo para reconocerlo.
Entonces el otro ya no te fastidia, simplemente ha hecho el papel de espejo, y puedes sentirte agradecido por la ayuda que, sin proponérselo, te ha brindado.
Sin embargo esto tiene muchos matices. Si eres una persona amorosa y llevas la armonía a todas las situaciones de tu vida, por ejemplo, y de repente aparece en tu realidad una persona conflictiva, quizás esa persona esté reflejando sólo una parte de ti que pertenece al pasado, y que ya no corresponde con quien eres ahora. En ese caso, quizás la lección sea poner límites, o por amor a ti mismo alejarte de ella, con perdón y desapego.
Otra posibilidad es elegir conscientemente que ella no te afecte, y enviarle tu Amor y comprensión, pues es probable que esa persona actúe así por no amarse a sí misma lo suficiente. Entonces también puedes sentir gratitud, pues el otro te está dando la oportunidad de ser aún más amoroso y compasivo.
© 2011 – “El blog de Enriqueta Olivari”. Se pueden reproducir los contenidos, pero citando a la autora y el sitio: www.sanatualma.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario