sábado, 31 de diciembre de 2011

¿CÓMO ENFRENTAMOS LAS EMOCIONES...?




Empecemos por respuestas comunes e ineficaces. Suelen ser con las que, lamentablemente, estamos más familiarizados.
Podemos ignorarlas, hacer que “aquí no pasa nada”, evidentemente esto no las hará desaparecer. Ahí permanecerán hasta que las resuelvas. No se evaporarán, te lo aseguro.
Podemos suprimirlas, pero saldrán por otro lado, no tengas duda .
Podemos regodearnos en ellas y hundirnos en la autocompasión, pero esto no mejora la situación. Al contrario el victimismo se alimenta a sí mismo hasta convertirse en un monstruo ingobernable que termina devorándonos.
Podemos tratar de competir con otros diciendo: ¿Crees que las cosas te van mal? ¡Pues a mí me van peor!. Una actitud bastante infantil… No hace falta recurrir a nuestro viejo refranero: “mal de muchos, consuelo de tontos”, para darnos de cuenta de lo obsurdo de esta actitud.

La actitud más inteligente es descartar la opción de cualquiera de estas típicas respuestas. Lo recomendable consiste en saber que es necesario transformarlas, debemos por muy difícil que nos parezca enfrentarnos eficazmente a los problemas, sin permitir que estos se enquisten. Utilizando a nuestro favor la sabiduría que contienen nuestras emociones será más fácil buscar soluciones al problema.

Actuar de este modo conlleva un esfuerzo, si. Es, aparentemente más sencillo no hacer nada, desde luego. Como también es infinitamente más cómodo ser desgraciado que feliz. Para ser un verdadero desgraciado basta con quedarse en un rincón lamentándose del infortunio, lamiéndose las heridas y responsabilizando al mundo de la situación. No hace falta hacer el más mínimo esfuerzo, sin embargo, ser moderadamente feliz requiere trabajar por ella. Pero claro, supongo que merece la pena no ejercer de vago redomado, ¿no?.


No somos responsables de las emociones, pero si de lo que hacemos con ellas. Jorge Bucay

María José Bosch

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