Vamos ahora a comenzar a vislumbrar medios para llegar a liberarnos.
El Doctor Roles, en su libro “Una libertad duradera”, dice lo siguiente:
“Todos nuestros problemas surgen del hecho de que no nos recordamos
a nosotros mismos. Es difícil entender el significado de esto. Es como si
viviéramos en una casa pequeña y oscura que carece de cualquier tipo
de mobiliario y es como una prisión con barrotes en las ventanas. A
través de la meditación llegamos a salir de esta casa por cortos periodos
de tiempo y empezamos a darnos cuenta de que muy cerca hay un
enorme y espacioso palacio, que contiene todo lo que podamos desear.
Después de un tiempo de haber empezado a meditar podemos
sentarnos entre las dos casas, sintiéndonos incómodos y llenos de
nostalgia por la gran casa que está al volver la esquina. Pero si somos
pacientes y empezamos a saber más acerca de nosotros mismos, bajo
guía, pronto encontraremos esta casa, entraremos y saldremos de ella
cuando queramos y más tarde nos quedaremos a vivir allí.”
Solamente a través de mucha búsqueda y trabajo de minería se
obtienen el oro y los diamantes, y así el hombre puede encontrar cada verdad
conectada con su ser, si cava profundamente en la mina de su espíritu (alma);
y siendo el hacedor de su carácter, el moldeador de su vida y el constructor de
su destino, puede probar, ver, controlar y alterar sus pensamientos, previendo
sus efectos sobre él mismo, sobre los otros y sobre su vida y circunstancias,
ligando causa y efecto mediante paciente práctica e investigación, y utilizando
todas su experiencias, incluso la más trivial, en los sucesos de cada día, con
objeto de obtener ese conocimiento de si mismo que es Comprensión,
Sabiduría y Poder. En esta dirección y no otra está la Ley absoluta que dice “El
que busca halla; y para él la puerta se abrirá”; solamente mediante paciencia,
práctica e incesante trabajo puede un hombre pasar por la Puerta del Templo
del Conocimiento.
La mente del hombre es como un jardín que puede ser inteligentemente
cultivado o dejado crecer salvajemente; pero o cultivado o abandonado, debe y
puede dar fruto. Si no son sembradas útiles semillas en él, entonces una
abundancia de semillas de maleza sin valor caerá en él y continuarán
produciendo plantas del mismo tipo.
Tal y como un jardinero cultiva su parcela, manteniéndola libre de
maleza y haciendo crecer las flores y frutos que desea, así un hombre atiende
el jardín de su mente, escardando todos los pensamientos incorrectos, sin valor
e impuros , y cultivando hasta la perfección las flores y frutos de los
pensamientos correctos, válidos y puros. Siguiendo este procedimiento, un
hombre más pronto o más tarde descubre que es el maestro jardinero de su
alma, el director de su vida. También encuentra, dentro de sí mismo, las leyes
del pensamiento, y entiende, con creciente agudeza, cómo las fuerzas del
pensamiento y los elementos de la mente operan en la modelación de su
carácter, circunstancias y destino.
Pensamiento y carácter son uno y como el carácter sólo puede
manifestarse y descubrirse a través del entorno y de la circunstancia, las
condiciones externas de la vida de la persona siempre deberían estar en
armonía con su estado interno. Esto no significa que las circunstancias de una
persona en cualquier tiempo dado son indicativas de su completa personalidad,
sino que esas circunstancias están tan íntimamente conectadas con algún
elemento vital interno de sí mismo que, con el tiempo, son indispensables para
su desarrollo.
Cada hombre está donde está por la ley de su pensamiento; los
pensamientos con los que ha construido su carácter le han llevado donde está,
y en el plan de su vida no existe la casualidad, sino que todo es el resultado de
una ley infalible. Esto es tan verdad para aquellos que se sienten “inarmónicos”
con su entorno como para los que se sienten “armonizados” con él.
Como un ser que progresivamente evoluciona, el hombre está donde
está para poder crecer y aprender; y a medida que aprende la lección espiritual
que en cualquier circunstancia se le ofrece, progresa y da lugar a que surjan
otras circunstancias.
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