Esta pregunta está hoy en boca de todos, desde niños hasta ancianos que buscan su Misión.
Es un dilema que ha estado vigente en la humanidad desde sus principios.
¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Qué rol cumplo en esta totalidad? ¿Qué importancia tengo en este Universo, aunque soy tan pequeño?
Todos tenemos un propósito… Cada semilla, ave, animal, cada humano, cada célula y estrella tienen un propósito por el cual existen. La existencia misma es un propósito: el movimiento; por más
absurdo que parezca, el propósito que todos juntos tenemos, es el constante movimiento, nunca debe detenerse, nuestra misma naturaleza lo necesita, nuestros sueños nos impulsan en los
momentos en que nos estancamos. Cuando la vida ha llevado a alguien a una monótona vida de oficina, de la cual sabe que no es su realidad, sus sueños son quienes muestran su propósito.
Nuestras habilidades, aquello en lo que somos buenos, nuestros hobbies, nuestras ideas, por más locas que sean, esos aspectos son los que están metidos en nuestra genética y personalidad, los
cuales nos guían hacia nuestro propósito individual. Hay que hacer caso a aquello que sabemos y tenemos como habilidades, ellas son el camino hacia nuestra realización.
La Misión, no es un trabajo que cumplir, muchas veces podemos creer que nuestra misión puede ser dura, o algo que hemos pactado… Pero en realidad, ella es nuestra propia realización como
seres.
En el proceso de realizar nuestra misión, la vida nos enseña las herramientas con las cuales la lograremos.
¿Cuáles son esas herramientas?
Tenemos dos tipos de herramientas para lograr el cumplimiento de nuestra misión: las Positivas y las Negativas. Ambas nos ayudarán.
Las Positivas son las que mencioné antes: nuestras habilidades, nuestros hobbies, aquello que nos agrada o en lo que somos buenos. Esto nos acerca a la misión, porque descubrimos que todo lo
que venimos a hacer al mundo, está relacionado con lo que nos hace felices.
Muchas veces la sociedad castigará o criticará a quienes son felices cumpliendo con sus habilidades, puesto que la sociedad capitalista o comunista no comprende cómo alguien puede subsistir sin
el esfuerzo natural al cual el humano está sometido; la idea siempre fue que había que trabajar con el sudor de la frente para lograr algo… Pero todos bien sabíamos que eso sólo es una parte del
aprendizaje, y que nuestro propósito no se logra con el sudor, sino con la alegría.
Matías De Stefano
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