El amor no tiene razón de ser. No necesita de nada para alimentarse. Surge como una reacción alérgica que no te deja en paz y te hace rascarte, a pesar de hacerte daño.
No es nada sensato y ordenado, sino más bien estúpido y te suele enamorar la persona más hiriente y estúpida, a la que te sientes inexplicable e irremediablemente unido, a pesar de sus defectos, que comienzas a extrañar cuando estás lejos.
Hasta el sufrimiento en él te reconforta. El amor es algo masoquista.
Cuando amas de verdad, no necesitas que te correspondan. Te basta una mirada, una sonrisa, e incluso una bofetada que te una a tu amor.
Lo único que no soportas es la competencia y los celos, pero los terminas soportando porque te conformas con ver feliz a esa persona inalcanzable.
Nunca le has dicho nada. Porque sabes que estropearías todo lo que tenéis. Pero eso te basta. Te basta poder rozar su mano y permitir que en vuestra amistad te humille con sus sonrisas cruelmente seductoras. Te basta con mover los hilos entre bambalinas para hacer que sea feliz mientras que tú piensas que por mucho que encuentres por ahí, no deseas a nadie más en tu corazón.
Y ese es tu gran amor secreto.
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