La persona en quien estamos destinados a convertirnos es virtualmente irreconocible para la persona que somos hoy en día.
Esto sugiere algunas verdades espirituales profundas, entre las que se encuentran: que estamos lejos de alcanzar todo nuestro potencial; que nuestros sueños nunca son demasiado grandes y, lo más importante: que no tenemos idea de lo que somos realmente capaces.
YEHUDA BERG
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