amor es más que una máscara tras la que se oculta algo más.
El amor auténtico es un fenómeno completamente diferente.
El amor corriente es una demanda; el amor auténtico es compartir: no conoce el pedir; conoce la alegría de dar.
El amor corriente pretende muchas cosas.
El amor auténtico no es pretencioso; simplemente, es.
El amor corriente es casi enfermizo, empalagoso, afectado, lo que llamas «amorcito .
Es enfermizo, es como una especie de malestar.
El amor auténtico es un alimento, refuerza tu alma.
El amor corriente alimenta tu ego; no tu yo real, sino tu falso yo.
Lo falso sólo alimenta lo falso, recuerda, y lo real, lo real.
Conviértete en siervo del amor auténtico; esto significa convertirse en siervo del amor en su más extrema pureza.
Da, comparte aquello que tienes; comparte y disfruta el hecho de compartir.
No lo hagas como si fuera un deber, porque entonces perderá toda la alegría.
Tampoco sientas que estás complaciendo al otro; nunca, ni por un instante.
El amor nunca complace. De hecho, por el contrario, cuando alguien recibe tu amor, tú eres el que te sientes complacido.
El amor se siente agradecido de haber sido recibido.
El amor nunca espera ser recompensado; ni siquiera que le den las gracias.
Si llega el agradecimiento de la otra parte, el amor siempre se sorprende; pero es una sorpresa dichosa, porque no había expectativas.
No puedes frustrar el amor auténtico, porque no va precedido de expectativas. Y no puedes saciar el falso amor; porque está tan basado en la expectativa que cualquier cosa que se haga se queda corta. Tiene demasiadas expectativas; nadie puede cumplirlas. Por tanto, el falso amor produce siempre frustración, y el amor auténtico, realización.
Cuando digo: «Conviértete en siervo del amor», no quiero decir que te conviertas en siervo de la persona a la que amas; en absoluto. No quiero decir que te conviertas en siervo de un amante.
Quiero decir que te conviertas en siervo del amor.
Habría que adorar la simple idea del amor. Tu amante no es sino una de las mil formas de esta simple idea, y la existencia no contiene más que millones de formas de esa simple idea.
La flor es una idea, una forma; la luna, otra; tu amante, otra más...; tu hijo, tu madre, tu padre, todos ellos son formas, todos ellos son olas en el océano del amor.
¡Pero nunca te conviertas en el siervo de un amante!.
Recuerda siempre que tu amante no es más que una minúscula expresión.
Sirve al amor a través de tu amante, de forma que nunca dependas de él. Cuando uno no depende de su amante, el amor alcanza sus más altas cumbres. En el momento en que uno es dependiente, empieza a caer en picado.
La dependencia es una especie de gravitación; la independencia es una bendición.
El falso amor no es más que otro nombre para la dependencia; el amor auténtico es muy independiente.
El falso amor siempre muestra mucha preocupación, siempre está preocupado.
El amor auténtico es considerado, pero no se preocupa. Si realmente amas a un hombre te preocuparás por sus auténticas necesidades, pero no mostrarás una preocupación innecesaria por sus tontas y estúpidas fantasías.
Te ocuparás de sus necesidades, pero no estarás ahí para cumplir sus falsos deseos. No vas a cumplir algo que realmente va a causarle un mal.
Por ejemplo, no alimentarás su ego, aunque su ego lo demande. La persona que esté muy preocupada por la otra persona, que esté muy apegada, alimentará las demandas del ego; eso significa que estás envenenando a tu amado.
«Consideración»... significa darse cuenta de que aquello no es una necesidad real, sino una necesidad del ego, y no la alimentarás.
El amor conoce la compasión, pero no la preocupación.
A veces es duro, porque en ocasiones necesita ser duro.
A veces es muy reservado. Si tiene que ser reservado, será reservado.
A veces es muy frío; si tiene que ser frío, entonces será frío.
Sea cual sea la necesidad, el amor es considerado, pero no está preocupado. No cubrirá ninguna falsa necesidad; no realizará ninguna idea ponzoñosa de la otra persona.
Investiga, medita en el amor, experimenta. El amor es el mayor experimento en la vida, y aquellos que viven sin experimentar con la energía del amor nunca sabrán lo que es la vida.
Sólo se quedarán en la superficie, sin profundizar en ella.
Mis enseñanzas están orientadas hacia el amor.
Puedo olvidarme fácilmente de la palabra Dios —no tengo ningún problema—, pero no puedo olvidarme de la palabra amor.
Si tengo que elegir entre las palabras amor y Dios, elegiré amor; me olvidaré por completo de Dios, porque aquellos que conocen el amor están destinados a conocer a Dios.
Pero no viceversa: aquellos que piensan sobre Dios y filosofan sobre Dios puede que nunca conozcan el amor, y tampoco conocerán nunca a Dios.
OSHO
No hay comentarios:
Publicar un comentario