No digas nunca ¡qué silencio! Di siempre: no estoy consiguiendo escuchar la naturaleza”.
El sabio Saadi, de Shiraz, caminaba por cierta calle junto a un discípulo cuando vio a un hombre intentando que su borrico echase a andar. Como el animal se negaba a moverse, el hombre se puso a insultarlo con las peores palabras que conocía.
-No seas bruto –le dijo Saadi -. El burro jamás aprenderá tu lenguaje. Lo mejor será que te calmes, y aprendas tú su lenguaje.
Una vez alejados, le comentó a su discípulo:
-Antes de iniciar una pelea con un burro, sea éste animal o humano, piensa bien en la escena que acabas de ver.
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