Cada vez que una persona te hace sentir mal, ten la certeza de que bien puede haber una herida profunda y escondida en su alma, o bien, esa herida sangrante esté en la tuya.
La próxima vez que te encuentres con esa misma persona cambia tu forma de verla, de sentirla, y que los pensamientos de amor llenen todo el espacio incluido el tuyo, sin ninguna obstrucción, sin condiciones, sin enemistad, quizá puedas descubrir donde se encuentra la herida que hay que sanar.
©LUHEMA
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