"La vida cotidiana no es más que una serie de preocupaciones y de
actividades múltiples en las cuales estáis obligados a
dispersaros, y es por ello que, al final del día, no sabéis muy
bien, a veces, dónde estáis. Pero hay un remedio para ello:
donde estéis, varias veces al día, acostumbraros a deteneros
algunos instantes para recogeros y contactar así con vuestro
verdadero Yo. Tanto si os halláis en vuestra casa, en el trabajo
o incluso en la calle, pensad en hacer este ejercicio.
Diréis: «¿Cómo? ¿En la calle? ¿Meditar en la calle?» No,
yo no digo que debáis meditar en la calle, pero podéis muy bien
deteneros algunos segundos ante el escaparate de una tienda, y
ahí, sin estar necesariamente concentrado, tenso, fijo en algo,
cerráis los ojos algunos segundos sin pensar en nada. En este
momento en que el alma y el espíritu ajustan las corrientes,
reencontráis vuestra unidad interior y os sentiréis calmados,
reforzados. Ejercitaros y comprenderéis cuánto esta práctica,
en apariencia insignificante, puede ayudaros."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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