La primera regla establece que la suerte no dura demasiado tiempo porque no depende de uno, mientras que la Buena Suerte la crea uno mismo, por lo que dura siempre. Hay un dato muy revelador sobre varias personas a las que les había tocado la lotería y a las que, diez años después, volvían a visitar. Pues bien, el 90% de los premiados estaba arruinado, o peor que antes o igual que al principio; y, además, peleado con todas sus familias.
La segunda regla de la Buena Suerte dice que muchos son los que quieren tener buena suerte, pero pocos los que decidimos ir a por ella, con lo cual, poco vamos a obtener. Si quieres algo, no esperes que la Ley de la Atracción te lo deje encima de la mesa, preparate para ir a buscarlo.
La tercera regla sostiene que si ahora no tienes buena suerte, tal vez sea porque las circunstancias (tus circunstancias) son las de siempre. Para que la buena suerte llegue es conveniente crear nuevas circunstancias. Haz algo distinto, cambia tu realidad, y cambiaran tus resultados.
La cuarta regla afirma que preparar las circunstancias para la buena suerte no significa buscar sólo el beneficio propio, sino que crear circunstancias para que otros ganen también atrae la buena suerte, comparte y saldrás ganando mas que si lo te lo guardas todo para ti.
La quinta regla nos dice que si se deja para mañana la preparación de las circunstancias, la buena suerte quizá nunca llegue. Lo que quieras hacer, hazlo ahora mismo!
La sexta regla enseña lo siguiente: “Aun bajo las circunstancias aparentemente necesarias, a veces la buena suerte no llega. Busca en los pequeños detalles circunstancias aparentemente innecesarias, pero imprescindibles”. Hay que mimar el detalle. Muchos de los grandes descubrimientos han llegado por pequeñísimos detalles que pasaban inadvertidos a muchas personas.
La séptima regla señala que, a los que sólo creen en el azar, crear circunstancias les resulta absurdo, mientras que, a quienes se dedican a crear circunstancias, el azar no les preocupa.
Regla número ocho: nadie puede vender suerte. La buena suerte no se vende. Hay que desconfiar de los vendedores de suerte. Todos tenemos tantas ganas de hacer realidad nuestros anhelos que siempre hay un tipo listo que te ve con tantas ganas de lograr tu sueño que te lo pone en tus manos. Ante eso, uno ha de tener fe y ha de perseverar en su sueño.
La novena regla mantiene que, cuando ya se han creado todas las circunstancias, hay que tener paciencia y no abandonar. Es decir, para que la buena suerte llegue, confía, porque tarde o temprano llegara.
Y la décima y última regla afirma que crear buena suerte es preparar las circunstancias a la oportunidad. Ahora bien, la oportunidad no es cuestión de suerte o de azar, sino que la oportunidad siempre está ahí. Así que ponte a trabajar, porque siempre hay una oportunidad de atraer la suerte hacia nosotros, solo es cuestión de abonar el terreno y nacerá allá donde menos lo esperemos!
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