miércoles, 8 de junio de 2011

EL ALMA EN ASCENSIÓN...


El alma humana está transmigrando del nivel mental al intuitivo, lo cual representa un importante cambio evolutivo. En esa ascensión, la conciencia recorre un trayecto que de cierta manera corresponde a lo que Paul Brunton revela en LA BÚSQUEDA, volumen II de sus Agendas:
Primera etapa - El mundo externo se muestra insatisfactorio. Se produce el gran distanciamiento de los objetos de los sentidos. Para todos consiste en una fase ascética, aunque acompañada de pensamientos, en la cual el hombre reconoce que la materia no es fundamentalmente real. Esta fase se caracteriza por la transformación ética, lo que puede ocasionar choques con quienes convive, personas que se mantienen en la moral convencional o en la amoralidad. Él descubre su propia naturaleza espiritual y experimenta un cautivante sentido de unión con el ser inmaterial superior. En ocasiones, siente que es divino.
Segunda etapa - La realidad fundamental, positiva y única, se confirma. Produce la visión interior del Logos, por medio del misticismo – que se manifiesta según el temperamento del alma y el de la personalidad. En esta etapa, el hombre descubre la existencia del Espíritu. Libre de los pensamientos comunes, se deleita en la soledad. Si se vive esta etapa de una manera sana, ésta no redunda en escapismo ni en fuga de la realidad, sino que marca el comienzo del estado de observador.
La persona pasa a observarse imparcialmente a sí misma; se siente desapegada de sus actividades, pero no las rechaza. Es tentada a retirarse ascéticamente de la vida cotidiana, pero si posee una buena formación, no lo hace: se torna imparcial delante de los acontecimientos, aunque continúe presente en ellos. De manera singular, pasa a ver al mundo como si fuese la proyección de un film y presencia su propia vida en calidad de espectador inteligente.
Tercera etapa - El hombre está en el mundo sin ser del mundo, como dijo Cristo. Descubre que el mundo exterior, el de los sentidos, también nació de la Vida Única. Ya no pierde su conexión con el mundo interior y al mismo tiempo busca realizar correctamente sus acciones cotidianas. Se convierte en una presencia dinámica e inspiradora para los demás.
Con esta realización del alma – la realización de sí mismo en el Todo y del Todo en su ser – el hombre se lanza incondicionalmente al servicio de la humanidad.
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“Por medio de tus estudios, oriéntate sobre esta base: que Dios crezca en ti. Que tu dedicación y tu celo no sirvan a nadie más que a Él, en todas tus acciones y gestos.” Maestro Eckhart
Fuente: SEÑALES No. 3/96 de FIGUEIRA

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