La vida es una sucesión de fracasos para poder tener algún éxito. Y la paradoja es que cuando aceptas el error, el dolor, la soledad; y las emociones que provocan: el odio, la tristeza, la envidia, los celos, la frustración… Y los dejas fluir sin intentar suprimirlos, sólo entonces dejan de ser tus emociones, para ser sólo emociones. Así se disuelven.
Negar las emociones desconecta de la realidad. Por eso, cuando usted sea consciente de que ha fracasado y que ha sido vanidoso, egoísta, celoso o traidor… Dígaselo a alguien. Y si no tiene a quién confesarse, escríbalo. Pero… ¡Expréselo!
Las personas que asumen la realidad –que son sólo humanos– no aspiran a ser el más listo, guapo o rico, sino que aprecian lo que ya son. Y son más felices. Y, a partir de ese bienestar, suelen tener éxito.
Extracto de una entrevista con Tal Ben Shahar, profesor de Psicología Positiva en la Universidad de Harvar.
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