viernes, 27 de septiembre de 2013

El Digno Oponente...por José L. Stevens...♥



En la comprensión chamánica, la vida es un juego desarrollado por nosotros para una serie de propósitos. Si el origen del universo es un ser perfecto y este ser perfecto nos creó a nosotros entonces nosotros también somos perfectos. Entonces, qué estamos haciendo en cuerpos humanos en un planeta desconocido luchando con la enfermedad, la pobreza, la guerra, los problemas sociales, la muerte y un grupo de emociones negativas. No tiene sentido, a menos que ustedes acepten la teoría de que somos pecadores caídos pagando nuestra maldad. En el entendimiento chamánico eso no tiene sentido porque no hay poder en esa historia, es solo una figura de un dios patriarcal que nos envía rayos relampagueantes a nosotros como chicos y chicas malas y un diablo que nos persigue.

No, esa es una explicación infantil de esta vida y una no muy buena por cierto. La otra explicación es que en la infinidad del gran misterio hemos elegido jugar un juego de poder y pérdida. Este juego nos enseña muchas cosas y es tan real que parece ser totalmente creíble. Cómo todos los buenos juegos este tiene formas de ganar y formas de perder y el hecho de que pareciéramos perder en grande hace el juego aún más fascinante. Desarrollamos una personalidad paralela, falsa, un oponente que trata de evitar que ganemos a toda costa. Este oponente nos conoce de adentro afuera. Conoce cada debilidad, cada punto vulnerable, cada truco en el libro para seducirnos y distraernos de nuestro objetivo de recordar quienes somos. Es un experto en cada aspecto de cada uno de nosotros. Esto es a lo que los chamanes llaman un digno oponente, algo lo suficientemente poderoso para darnos una tunda, un oponente que exige nuestro respeto. Esto es a lo que los chamanes denominan el parásito, también conocido como ego y como la falsa personalidad. Fue construido nada más y nada menos que, por nosotros. Es por eso que la historia clásica de Frankestein creando su monstruo es tan fascinante. El científico Frankestein construyendo su monstruo es cada uno de nosotros.

El digno oponente o rival que nosotros creamos es un robot construido magistralmente con inteligencia artificial. El nos toma prestada nuestra inteligencia. De hecho toma todo prestado de nosotros, incluyendo nuestro Chi, nuestra energía de vida, nuestra intención, y nuestra motivación y los utiliza a todos contra nosotros. Es el oponente perfecto y no quiere que finalice el juego que estamos jugando porque cuando termine, termina su papel y desaparece y eso es exactamente lo que le sucederá algún día. Así que pudieran decir que está muy motivado para vencerlos una y otra y otra vez. Esta falsa personalidad parásita es tan exitosa que la mayoría de las personas no tiene idea de cuán destructiva es a los efectos de su percepción. Es un hipnotizador de clase mundial y se apropiará de cualquier cosa y de toda cosa para mantener su dominio del universo físico. Lo hace mediante la introducción de la tristeza, el enojo, el temor y la larga lista de emociones reactivas que entonces hacen que atraigamos más de ellas hacia nosotros.

Durante siglos, este parásito ha sido capaz de convencer a la gente de que el universo es un accidente de la naturaleza que se ajusta a leyes reales, inamovibles que no se pueden trascender, aunque la evidencia esté en todos lados – según los físicos cuánticos así como los chamanes – de que simplemente no es así. Aunque todos los días sucedan eventos milagrosos, que prueban más allá de toda duda que estas leyes pueden descontinuarse, los escépticos han logrado convencer a la mayoría de la comunidad científica de que éstos no son válidos. Los físicos habitualmente ignoran los milagros de sanación, mientras los medios de difusión ignoran una de las mayores anomalías de nuestro tiempo – los círculos de las cosechas. Los científicos, especialmente los historiadores, y geólogos, ignoran las anomalías que no se ajustan a sus teorías. Las organizaciones religiosas se dedican a ignorar todo aquello que no se ajuste a su dogma.

La falsa personalidad convence a la gente de la existencia de enemigos, los hace creer que ellos deben protegerse contra los demás y deben destruir al planeta para ponerse a salvo de sus mayores temores. Por tanto la falsa personalidad propaga su venenosa doctrina de paradoja, dolor, sufrimiento y muerte a la vez que trata de esconder los indicios de la verdad de que todos somos uno. No en balde tanta gente no logra encontrar su propósito. La falsa personalidad está ocupada creando distracciones. ¡Qué digno oponente es este!
por José L. Stevens
http://www.thepowerpath.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario