Hoy, la senda que serpentea en el bosque está cubierta de hierba. En medio de la soledad, alguien preguntó a mis espaldas:
- ¿No me reconoces?
- Algo recuerdo -respondí-, pero no sé exactamente tu nombre.
- Hace mucho tiempo fui tuya -me dijo- aquella primera Gran Tristeza tuya cuando tenías veinticinco años.
Una leve humedad brillaba en el borde de sus ojos, como el reflejo de la luna del lago. Asombrado me detuve y dije:
- Aquel día eras oscura, como las nubes de los monzones; hoy pareces la dorada imagen del otoño después de la estación de las lluvias. ¿Has perdido todas aquellas lágrimas?
Con lentitud me miró, me amó y me dijo:
- ¿Recuerdas que aquel día no querías consuelo alguno, sino solo tu tristeza para siempre?
- Así fue -le respondí, avergonzado-. Pero desde entonces han pasado tantos años que lo olvidé.
Tomé su mano en las mías y le dije:
- Pero tú has cambiado.
- Lo que antes era tristeza se ha tornado en paz - dijo ella.
R. Tagore.
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