miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL HUMOR DE OSHO...♥


El viejo Ted llevaba varias horas sentado a la orilla sin pescar nada. Entre el sol y las cervezas se quedó dormido. Cuando un pez picó, Ted despertó, perdió el equilibrio y cayó al río. Un niño que observaba mientras Ted se debatía en el agua, le preguntó a su padre: “Papá, ¿ese hombre está pescando un pez o el pez está pescando un hombre?

El ser humano se ha vuelto completamente loco. El pez te está atrapando y arrastrándote: tú no estás atrapando el pez. En cuanto ves dinero, respetabilidad, poder, prestigio, dejas de ser tú mismo. Te olvidas inmediatamente de todo, te olvidas de los valores intrínsecos de tu vida, tu felicidad, tu alegría, tu gozo. Siempre eliges algo del exterior y lo intercambias por algo del interior. Ganas lo exterior y pierdes lo interior.

-------------------------------------------------------------------------------------
Mi propuesta es para los que están dispuestos a cambiar su forma de vida, que están dispuestos a jugárselo todo porque en realidad no hay nada que jugarse: sólo tu felicidad, tu infelicidad. Pero la gente se aferra incluso a eso:

En un campo de entrenamiento, unos reclutas volvían de un día de marcha extenuante. “¡Qué vida esta” – se quejaba un novato – “A kilómetros de cualquier parte, un sargento que se cree Atila, sin mujeres, sin alcohol, sin permisos y, para colmo, mis botas son dos números más pequeñas.” “No tienes que aguantar eso. ¿Por qué no te pones otras botas?” “¿Para qué? ¡Quitármelas es el único placer que tengo!”
¿Qué más tienes que poner en juego? Sólo tu infelicidad. El único placer que tienes es hablar de ella. Fíjate en la gente, lo contentos que se ponen al hacerlo. Incluso la exageran, la adornan, para que parezca mayor. Pero la gente se aferra a lo conocido, a lo familiar. Lo único que han conocido es la infelicidad; es su vida. No tienen nada que perder, pero tienen miedo de perderlo.

-------------------------------------------------------------------------------------
Un sacerdote se sienta al lado de un hombre en un tren. Al rato, saca unas frutas y unos utensilios. Corta cuidadosamente una banana, la coloca en un cuenco… y la tira por la ventanilla. Así sigue con distintas frutas: todas terminan arrojadas después de cortarlas meticulosamente. El hombre no aguanta más y le pregunta qué está haciendo. “Macedonia de frutas” le dice el padre. “Pero si lo ha tirado todo por la ventanilla”. “Sí, detesto la macedonia de frutas” replica el sacerdote.

Hay personas que pueden seguir haciendo las cosas que detestan. Viven en el odio. Siguen ahondando en las heridas, de modo que nunca podrán cicatrizar; no dejan que cicatricen, su vida entera depende del pasado. A menos que empieces a vivir en el presente, no serás capaz de olvidar y perdonar el pasado.

------------------------------------------------------------------------------------
Una viejecita judía va sentada en un avión junto a un noruego grandote. No para de mirarlo y al final le pregunta: “¿Perdone, es usted judío?”. “No”. Pasan unos minutos y le vuelve a preguntar. El hombre le sigue negando. Ella insiste. Para que deje de molestarlo, le dice que sí. La anciana lo mira y dice moviendo la cabeza: “No lo parece”.

Así son las cosas. Me preguntas “Cómo puedo ser yo mismo”. Olvídate de pretensiones, olvídate de ese afán por ser otro, olvídate del deseo de ser como Jesucristo, como Buda, de parecerte al vecino. Deja la competición y las comparaciones y serás tu mismo. La comparación envenena. Eres único. Esto no quiere decir que eres mejor. Ser único constituye una cualidad normal de todo ser, es tan natural como respirar. Todo el mundo respira y todo el mundo es único. La existencia jamás se repite. Respeta tu singularidad. Empieza a disfrutar de lo que eres.

--------------------------------------------------------------------------------------
El mulá Nasrudín se cayó a un pozo negro y no podía salir. Se puso a gritar: “¡Fuego, fuego!” y vinieron los bomberos. “¡Aquí no hay ningún fuego!” exclamó el jefe. “¿Y qué quería que gritase – preguntó el mulá - ¿Mierda?”.

El ego es de tal manera que incluso si está en el infierno no lo admitirá. El ego se adorna continuamente. Me preguntas “¿Tengo que aceptar el infierno antes de conocer la dicha?”. No hay otra forma. No sólo tendrás que aceptarlo, sino comprenderlo y adentrarte en él. Tendrás que sufrir los dolores que te provoque hasta tomar conciencia completa de lo que es. Sólo cuando sepas lo que es sabrás, cómo lo has creado. Y sólo cuando sepas cómo lo has creado, podrás decidir si quieres seguir creándolo o no.

Pero te cuesta hacerlo. Te esfuerzas por negarlo y se hace inconciente, se desconecta de tu conciencia. Te sientes desgraciado y sonríes, pero es una sonrisa falsa. Enamoras a una mujer con tu sonrisa, pero ella hace lo mismo. También finge. De modo que dos sonrisas falsas crean esa situación que llamamos amor.

Ocultando tu desdicha no saldrás de ella, sino que generarás más desdicha. Haz la luz en tu mente y verás: comprenderás que todo lo que produce sufrimiento empieza a morir y a brotar cuanto es bello y gozoso. A la luz de la conciencia, lo que queda es bueno y lo que muere es malo. Esa es mi definición de la virtud y del pecado. El pecado es lo que no puede crecer con la conciencia; necesita de la inconciencia para crecer. La virtud es lo que puede crecer con la conciencia absoluta, sin ninguna dificultad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario