Cuando tratas con niños (ya sea tu hijo, tu sobrino, el hijo de un amigo o tu alumno) te das cuenta que los mayores nos hemos encasillado y, a la vez, hemos perdido, o casi, un montón de cosas que hacen la vida más divertida y agradable. Las ganas de aprender, la capacidad de asombro, las ganas de pasarlo bien, jugar…
Ya se que los mayores tenemos unas obligaciones que no tienen los más pequeños: mantener la casa con lo que todo esto conlleva, un trabajo, cuidado de la familia, etc. Pero esto no significa que los estemos condenados a mantener una existencia de resignación, cuando no de amargura. Es preciso buscar y encontrar momentos y espacios para la diversión, el esparcimiento… en definitiva jugar.
Sí es verdad que los mayores tenemos mucho que enseñar a los niños. Pero también es cierto que podemos aprender muchísimo de ellos. Solo es preciso que miremos la vida tambén con ojos de niño… o de niña.
Todos Los lunes Felices
No hay comentarios:
Publicar un comentario