lunes, 30 de septiembre de 2013

WU WEI y FLUJO: La acción sin más propósito que ella misma



Solemos vanagloriarnos de lo racionales que somos, de lo bien que planificamos, de lo estructurada y programada que tenemos nuestra existencia…  Y de cómo cada una de nuestras acciones y decisiones está encaminada al fin que nos hemos propuesto.
Y está bien, porque sólo hay un modo de alcanzar nuestros objetivos: fijarlos, planificar el trabajo y trabajar el plan.  El ser humano –lo hemos comentado en varias ocasiones- es un ser teleológico, que tiende a un fin, a un destino, a un sentido que estructura su vida y convierte al trotamundos en peregrino.  Pero a menudo erramos al escoger nuestra meta.
No es raro que busquemos nuestro destino muy lejos, fuera de nosotros mismos, que imaginemos que es el premio que nos espera en otra vida que no sabemos muy bien dónde se oculta…  Y pasamos por esta vida sin vivirla, con la mirada puesta en un lugar lejano, perdiéndonos la belleza del camino y las joyas que se encuentran a nuestros pies, sin percibir la multitud de puertas que se abren a nuestro paso…  Puertas que nos conducirían a la felicidad, a nuestro auténtico destino, sin tantas dificultades ni sacrificios.
Corremos el riesgo de olvidar el aquí y el ahora, en aras de un futuro ideal en el que hemos fijado la meta de nuestro viaje.  ¿Y si lo que la enseñanza que tratan de transmitirnos la mayoría de tradiciones espirituales es que nada nos falta, que ya somos y tenemos todo lo necesario, que sólo es preciso que prestemos atención para soltar todo aquello que nos sobra y dejar crecer y desarrollarse todo aquello que nos ha sido dado desde el principio de los principios?
En oriente hablan del wu wei, de la contemplación en la acción, de volcar todo el ser en lo que se hace, de no forzar el ahora en nombre de un mañana, de fluir con la naturaleza, de participar de sus ritmos, de no actuar con violencia…  No se hace crecer antes a una planta por tirar de ella…  Como mucho se la arranca de raíz y se la hace morir.  Sigamos nuestros ritmos, prestemos atención a nuestras mociones interiores, fijémonos en lo que hacemos, actuemos conscientemente, y no como autómatas.
Como dice un proverbio zen “cuando camines, camina.  Cuando comas, come”.  Mindfulness, estar aquí y ahora, no perderse el instante, disfrutar de este momento, fluir con lo que se hace…
Que encontremos el gozo, el valor y el mérito de la acción en sí misma…  Y no en una lejana finalidad de la cual es instrumento.  Que toda acción que realices sea valiosa en sí misma, es ése un buen criterio ético…  Que la racionalidad y el ego no sean nuestro Señor sino nuestros vasallos, un útil instrumento que nos permitan ser y gozar de nuestra auténtica naturaleza.
Abre los ojos y descubre un mundo nuevo, disfruta de cada acción y de cada acto…  Un presente sempiterno se mostrará ante ti, permitiéndote gozar de la eternidad que se oculta en cada instante…  Así, tu vida se volverá Vida y descubrirás –y reflejarás- el rostro que en todo y en todos se manifiesta en un dinamismo sin fin.
VÍA MEDITACIONES DEL DÍA

No hay comentarios:

Publicar un comentario