De una madre a su hija
En todo el mundo no hay nadie como yo. Soy dueña de mi cuerpo, mis pensamientos, mis ideas; me pertenecen las imágenes que ven mis ojos, y tengo que saber escogerlas. Poseo mis propias fantasías, mis sueños, esperanzas y miedos. Dado que soy dueña de mí misma, tengo que conocerme íntimamente. Hay aspectos de mí que me confunden, otros que desconozco. Sin embargo, esté o no de acuerdo con todo lo que soy, esto es auténtico, y representa el momento en el que vivo.
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