El dolor es energía. Una mezcla energética de pensamientos y emociones que, al no ser liberados, quedan en nuestro cuerpo haciendo que la energía deje de fluir y nos vaya contaminando. Ese es el dolor.
Pero esa energía – pensamientos y emociones – siguen andando…
Y no sólo contamina nuestra historia sino que comienza a correr…y así vamos creando una cadena de dolor. El dolor que herede de mis padres, lo heredo a mis hijos, mi pareja, mis amigos o compañeros de trabajo. Y voy creando una cadena de dolor volviéndome solo un eslabón. Cuando esto pasa, sentimos que perdemos la posibilidad de transformarnos y llevar ese dolor se hace parte de nuestra personalidad.
¿Qué hacer?
Identifica tu dolor y defínelo. Dale un nombre e identifica qué pensamientos y qué emociones están relacionadas con él y busca quienes han sostenido un dolor parecido en tu entorno. Quizás debas recurrir a tus recuerdos, especialmente de la etapa infantil, ya que tenemos la tendencia a “copiar” la energía de nuestros padres o de las personas con que hayamos convivido más tiempo en los primeros años de vida.
Luego, identifica a quienes les estas transmitiendo el dolor hoy. Puedes ser personas a las que le reclamas la atención que no tienes, con quienes mantienes más conflictos, a aquellas que has convertido en victimas o de las que te sientes victimizado.
Así, podrás ver que parte ocupas de esta cadena de dolor. Y, lo más importante, al liberar a la persona que mantienes atada, romperás la cadena. Y energéticamente, esto impactara en los eslabones inmediatos. Es decir que liberando es como le liberarás.
Julio Bevione.
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