Sin duda, el amor es uno de los mayores regalos que transforma el alma y la vida de la protagonista de una historia de amor, que a pesar de ser real se asemeja a un cuento de hadas. De hecho, en los inicios de una historia de amor todo pareceperfecto y mágico.
La magia, existe en el corazón y en el alma por momentos, ya que como consecuencia de la idealización, solo percibimos las cualidades y virtudes del chico que nos gusta, pero tenemos cierta ceguera para percibir los defectos. De ahí que a veces, luego surge el fracaso al descubrir la verdadera realidad cuando la venda que había en nuestros ojos se cae.
Pero también es verdad que el amor no se vive de la misma forma a cualquier edad, sino que la experiencia cambia en función de la edad y de las diferentes etapas vitales. La madurez es un grado, por tanto, el amor se vive de una forma más plena en la madurez.
En ese momento, el sentimiento se percibe de una forma más realista, pero también más serena. Por otro lado, la razón y el sentimiento caminan de la mano. Por el contrario, en la juventud muchas veces, el corazón no atiende a un criterio racional, por tanto, el sentimiento se torna ciego.
No existe edad para vivir el amor, por eso siempre debes estar dispuesta a ser feliz junto a una persona que sea especial. La reciprocidad es fundamental para construir una historia de amor que perdure en el tiempo. Pero sin duda, el amor tiende a ser más duradero en la plenitud de la vida como consecuencia del autoconocimiento interior.
En la juventud, el amor tiende a ser breve, porque la emoción cambia por momento y cuando alcanzamos la madurez mental y emocional podemos sentir el amor de diferente forma, hasta la manera de demostrarlo es diferente, porque hemos alcanzado la madurez necesaria y percibimos el amor de otra forma y le damos otro sentido, aunque no pongamos en duda que los adolescente pueden amar con cierto de grado de madurez dependiendo el desarrollo y el aprendizaje de la persona. Pero generalmente el amor verdadero y durable está conectado con La madurez
ELANGELUS. MONICA ZERPA
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