Vengo en este día de alineación como un rayo de Luz. No tengo nombre ni sonido, sólo amor. Estoy detrás y junto a muchos en la Tierra. No anuncio mi posición en el cielo porque la localización es sólo un posicionamiento para aquellos en la Tierra que necesitan ver en qué nivel están. Yo estoy en todos los niveles para ustedes y sólo para ustedes. Levanten la cabeza y la mirada hacia el nuevo día que nace. Ustedes son amor, así como son amados.
Durante muchos años han buscado fuera de ustedes la verdad, la sabiduría, los milagros y sólo una simple prueba. Han encendido velas, les han rezado Ave Marías a estatuas, íconos, y literalmente se han perdido en el diluvio de todo lo que se “suponía que era” más grande, más sagrado y más divino. Han invocado a los Ángeles, los Maestros, los Santos, los guías espirituales, y a sus muertos queridos, pidiendo ayuda, intervención, milagros.
Al acercarse al final del 2011, las líneas de comunicación disminuyen y se fragmentan. Siguen yendo fuera de ustedes en busca de algo “más grandioso”, algo más grande, mejor, y omnisapiente. Las cartas, emails, llamadas telefónicas de esas energías “más grandiosas” siguieron disminuyendo. Crearon excusas acerca de por qué Dios no respondió sus plegarias o sus emails. Se convencieron de que su tercer ojo estaba obstruido, su corazón estaba cerrado y el chakra de la coronilla no estaba funcionando. Pensaron que eran ustedes los que no funcionaban. Probaron elíxires, aceites, cristales, meditación, lecturas y toda herramienta disponible. Aun así, no pudieron escuchar la palabra del Señor. Gastaron miles de dólares y cientos de horas probando todo artilugio disponible, tratando de arreglar lo que pensaban que estaba dañado.
Miraron a otros con envidia, ya que parecían profundos y omnisapientes. Tomaron las hierbas y vitaminas correctas, usaron el color sanador del día, y aún así no pudieron obtener el máximo rendimiento. Entonces, un día todos sencillamente se detuvieron. Dejaron de rezar, dejaron de meditar, dejaron de intentar manifestar los deseos de su corazón.
Cuando dejaron de esforzarse tanto, sus vidas comenzaron a cambiar poco a poco. Comenzaron a sentirse más cómodos en su propia piel. Comenzaron a gustarse de nuevo. Dios no parecía tan distante. La vida no era tan difícil. ¿Qué había cambiado? Finalmente habían completado el círculo y aceptado la totalidad de su ser: lo bueno, lo malo y lo desconocido. En esa acción se liberó un gran poder que permitió que todos llegaran al punto de saber sin tratar de hacerse más santos. En ese momento se dieron cuenta de que habían sido cortados del Tejido mismo de Dios. Finalmente habían aprendido a soltar y a amar interna y completamente.
Gillian MacBeth-Louthan
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