"La otra noche estaba leyendo una pequeña historia de Arabia.
Un hombre murió. Tenía diecisiete camellos y tres hijos y dejó un testamento en el que, cuando fue abierto y leído, se decía que la mitad de los camellos eran para el primer hijo, una tercera parte para el segundo y una novena para el tercero.
Los hijos estaban desconcertados. ¿Qué hacer? Diecisiete camellos: la mitad era para el primer hijo. ¿Cortar un camello en dos? Y eso tampoco resolvería mucho, porque la tercera parte era para el segundo. Eso tampoco sería de mucha ayuda, pues la novena parte era para el tercero. Tendrían que matar a casi todos los camellos.
Como era de esperarse, fueron a hablar con el hombre más informado de la ciudad: el Mulá, el experto, el erudito, el matemático. Él meditó largamente en este asunto y se esforzó, pero no pudo encontrar ninguna solución, porque las matemáticas son las matemáticas. Les dijo: "Nunca he dividido camellos en mi vida, todo esto parece una tontería. Pero ustedes tendrán que cortarlos. Tienen que hacerlo si quieren seguir el testamento con exactitud; tienen que dividirlos". Los hijos no estaban dispuestos a cortar los camellos, ¿qué harían ahora? Entonces alguien les sugirió: "Es mejor que vayan a hablar con alguien que sepa de camellos, y no de matemáticas".
Así que fueron a consultarle al jeque de la ciudad, un hombre de edad y sin educación, pero a quien la experiencia le había dado sabiduría. Los hijos le contaron su problema. El viejo se echó a reír. Les dijo: "¡No se preocupen. Es muy simple!". Les prestó uno de sus camellos. Ahora habían dieciocho camellos y entonces los dividió. Nueve camellos le fueron entregados al primer hijo, que estuvo muy satisfecho. Seis camellos le fueron entregados al segundo -una tercera parte-, y también quedó muy satisfecho. Y dos camellos le fueron entregados al tercero -la novena parte-, y se sintió igualmente satisfecho. Quedó un camello, el mismo que el jeque les había prestado. Tomó su camello y les dijo: "Pueden irse".
La sabiduría es práctica; el conocimiento es poco práctico. El conocimiento es abstracto, la sabiduría es terrenal; el conocimiento es sólo palabras, la sabiduría es la experiencia".
Osho, Palabras de fuego. Reflexiones sobre Jesús de Nazaret
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