“Bendito aquel que consigue dar a sus hijos alas y raíces”, dice un proverbio. Necesitamos las raíces: hay un lugar en el mundo donde venimos a nacer, aprendemos una lengua, y descubrimos cómo nuestros antepasados superaban sus problemas. En un momento dado, pasamos a ser responsables de lo que le ocurra a este lugar.
Necesitamos las alas. Ellas nos muestran los horizontes sin fin de la imaginación, nos llevan hasta nuestros sueños, nos conducen a lugares distantes. Son las alas las que nos permiten conocer las raíces de nuestros semejantes, y aprender con ellos.
Bendito quien tiene alas y raíces; y pobre de quien tiene apenas unas u otras.
PAULO COELHO
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