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Pensaba que era de vital importancia ser pobre y austero. Jamás había caído en la cuenta de que lo vitalmente importante era renunciar a tu “ego”; que el “ego” engorda tanto con lo santo como con lo mundano, con la pobreza como con la riqueza, con la austeridad como con el lujo.
No hay nada de lo que no se sirva el “ego” para hincharse.
El discípulo:
-Vengo a ti con nada en las manos.
El maestro:
-Entonces suéltalo en seguida.
El discípulo:
-Pero ¿cómo voy a soltarlo si es nada?
El maestro:
-Entonces llévatelo contigo.
De tu nada puedes hacer una auténtica posesión.
Y llevar contigo tu renuncia como un trofeo.
No abandones tus posesiones.
Abandona tu “ego”.
Anthony de Mello
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