“Hace mucho, muchísimo tiempo, en un lejano país -por cuyo nombre no vamos a discutir- había un pueblo que vivía aterrorizado por un dragón que se había establecido junto a la única fuente de la que brotaba agua en toda la región.
Sus habitantes habían intentado deshacerse del feroz monstruo pero no lo habían logrado, así que finalmente negociaron un precio con él para poder sacar agua de la fuente. El precio pactado era, ni más ni menos, que una víctima humana por viaje. La desgraciada ofrenda era escogida, cada vez, por sorteo. Y, también cada vez, era devorada por el dragón.
Cuenta la leyenda que en la ocasión en que era la princesa -la hija del rey- la que debía ser entregada al monstruo, San Jorge -un caballero sobre un corcel blanco- apareció en escena y, con su lanza, liberó a la doncella, puso fin a la vida del dragón y al miedo del pueblo mediante una certera, mortal y sangrienta herida de la que brotó una flor, una rosa roja como la que hoy se regalan los enamorados”.
Los elementos simbólicos de esta historia son inagotables, y su meditación nos daría para un libro... Y para una vida. Pero hoy me basta con poner algunos elementos sobre la mesa, como si de cartas se tratara, para que tú juegues con ellos, los relaciones, los veas en conjunto… Es un interesante ejercicio de hermenéutica simbólica que te llevará a curiosas asociaciones e intuiciones… Ya lo verás.
a. EL DRAGÓN: En Occidente, de donde surge la leyenda que nos ocupa, el dragón es un símbolo del mal, de las tendencias demoníacas, del caos, de las pulsiones salvajes e incontroladas de nuestro inconsciente… Un monstruo que nos aterroriza y que, con su fuego, es capaz de acabar con nosotros.
b. LA FUENTE Y EL AGUA: Dice la leyenda que el dragón custodia la fuente de la que brota el agua. La fuente es el origen, el principio, el fundamento, lo esencial, donde nace lo único que aplaca nuestra sed… Nuestra sed de vida. El agua sacia nuestra sed, limpia nuestra suciedad y culpa, carece de forma propia y se amolda a cualquier recipiente… Somos en gran parte agua y estamos necesitados de ella. El agua es la vida pura y cristalina, la vida feliz, el deseo esencial. Esa felicidad que todos buscamos... Aunque no siempre por los caminos adecuados.
c. EL PACTO CON EL DRAGÓN: El dragón nos impide acceder a la fuente. Parece más fuerte que nosotros, le tenemos miedo y –en lugar de enfrentarnos a él- llegamos a un triste acuerdo. Él nos dejará tomar algo de agua y, a cambio, nosotros nos ofreceremos en holocausto, muriendo cada vez un poco para tomar algo de agua, perdiendo una parte de nosotros mismos en cada sorbo. Renunciamos a bañarnos y saciarnos en la fuente por no enfrentarnos a nuestros miedos, a nuestros monstruos, al dragón que oculta el tesoro. Nos contentamos con pequeñas satisfacciones cuando la fuente de toda felicidad se encuentra en nuestro interior.
d. LA PRINCESA: La princesa es el símbolo de nuestra propia perfección, de nuestro mejor yo, de esa imagen de nosotros mismos que por su belleza y perfección nos empuja al Amor. Vamos renunciando a partes de nosotros mismos, vamos muriendo poco a poco a la Vida, hasta que lo que está en juego es lo más íntimo de nosotros mismos. Llegado este momento, cuando el dragón amenaza con poner fin a nuestra autoestima, al merecido amor por lo mejor de uno mismo, sólo cabe entregarse a la muerte o la senda del héroe, la batalla épica, la lucha contra el dragón. Es el Amor el que nos empuja a vencer nuestros miedos, el acicate para la auténtica Guerra Santa, que es una lucha de transformación espiritual, una victoria sobre nuestras sombras y demonios.
e. EL CABALLERO: El caballero es aquél que es capaz de dominar a su corcel, al psiquismo inconsciente que –si no fuera por quien lleva las riendas- correría a ciegas impulsado por sus pasiones. Dice la leyenda que el caballo es blanco, el color que todo lo refleja y da luz porque no guarda nada para sí mismo, el color de la entrega y del desprendimiento, del descentramiento de uno mismo que supera todo egoísmo. El espíritu caballeresco se mueve por un ideal, por Amor, se entrega a algo o a alguien que está más allá de uno mismo... Toda evolución espiritual pasa por la absoluta entrega, por el vaciamiento de uno mismo que posibilita el descubrimiento y goce de quien está en nosotros y más allá de nosotros.
f. LA LANZA: Suele relacionarse a esta poderosa arma con el axis mundi, con el eje que une lo de arriba con lo de abajo, el cielo con la tierra y con los infiernos, el camino que comunica todo lo existente permitiendo el ascenso y el descenso entre los mundos como si del árbol sefirótico se tratara. Relacionada también con el báculo de mando,la lanza es el arma del que domina a sus enemigos con la fuerza de lo alto, tras haber encontrado su centro, tras haberse vencido primero a sí mismo. Es el arma que todo lo une, la que no vence desgarrando sino penetrando... El arma del Amor.
g. LA SANGRE Y LA ROSA: La sangre que mana de la profunda herida es vehículo de vida, como muestra el hecho de que de ella nazca una flor, una rosa roja. Cuando la lanza del Amor penetra en el dragón como consecuencia de la lucha, con sufrimiento y dolor, la sangre nos limpia y purifica (como lo hizo Cristo mediante su Pasión), transfigurando las heridas y la muerte en un renacimiento místico que es fruto del Amor que todo lo abraza. La hermosa flor, la rosa, aúna la belleza y las espinas, y nos hace tomar conciencia de que, al enfrentarnos al dragón con el arma y la decisión del Amor, pondremos fin a su pérfida existencia transmutándolo en una hermosa muestra de vida y pasión que, como todo, se alimentará y enriquecerá con la misma fuente a la que nos prohibía el acceso y de la que nunca había bebido. Seguirá teniendo espinas, pero habremos descubierto la belleza que tenía -inmanifestada- en su interior.
Podríamos seguir haciendo asociaciones, descubriendo mensajes, intuyendo verdades que se encuentran escritas entre las líneas de esta leyenda... Sigue tú, yo ya te he acompañado en parte de tu camino para ayudarte a descubrir al caballero que reside en tu interior y que sólo espera a la llamada del Amor para venir a liberar a tu princesa del dragón que pretende devorarla y que te impide acceder al agua de la Vida.
La fuente está a tu alcance, te pertenece... Y estate tranquilo, que el Cielo pondrá a tu disposición la lanza necesaria para que venzas esta batalla. Todo depende, al final, de la fuerza del Amor.
Que el Santo patrón que cultiva la tierra (ese es el significado de Jorge) te ayude a sacar fruto de tu vida, te proteja e inspire. Feliz día de Sant Jordi. Disfruta del libro... Y de la rosa
VÍA MEDITACIONES DEL DÍA
No hay comentarios:
Publicar un comentario