En toda relación hay dos mitades. Tú eres una mitad y la otra mitad es tu hijo, tu hija, tu padre, tu madre, tus amigos, tu pareja. De esas mitades, eres responsable sólo de tu parte; no eres responsable de la otra mitad. No importa cuán próximo te sientas o cuánta fuerza creas que tiene tu amor, bajo ningún concepto puedes ser responsable de lo que otra persona tiene en su cabeza. No te es posible saber lo que siente esa persona ni lo que cree ni conocer todas las suposiciones que hace. No sabes nada de ella. Esa es la verdad, pero ¿qué hacemos? Intentamos hacernos responsables de la otra mitad y esa es la razón por la que las relaciones del infierno se basan en el miedo, la desdicha y la guerra sobre el control. Si tomamos parte en una guerra sobre el control es porque no tenemos respeto. La verdad es que no amamos. Se trata de egoísmo, no de amor; el único propósito es el de recibir las pequeñas dosis que nos hacen sentir bien.
VÍA BRISA ANDINA
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