Apartó las gafas de su padre, dejadas allí seguro tras una de esas consultas que realizaba, cada vez más frecuentemente, buscando palabras ya olvidadas. No sabía por qué hacía eso. Nunca le había preguntado, pero no le daba mucha importancia.
Cogió el viejo diccionario, pasó las páginas hasta la letra I, y comenzó a buscar.
Ironizar. iroqués. irracional: adj. Que carece de razón.
No encontró en dicha definición ejemplos de cosas o situaciones irracionales aplicables a su vida, pero no era necesario. Los conocía bien.
No existía órgano más irracional que el corazón, ni sentimiento más irracional que el amor.
Seguía enamorado aún sabiendo que su amor no era correspondido.
Y cada vez que la veía, cada vez que ella le dirigía un tímido 'hola' acompañado de una de esas miradas que dicen más que las palabras, y en la que podía leer 'yo también te quiero, pero de otro modo'; cada vez que esto ocurría, su corazón temblaba de emoción mezclando sentimientos de comprensión, pues la entendía, y de tristeza, pues la quería.
Ese era el sinsentido que no lograba entender.
Era esa la sinrazón que le oprimía el corazón.
Sentir en solitario un sentimiento que, en teoría, debía ser compartido. Amar sin ser amado, querer sin ser querido, al menos del mismo modo.
Pasó, sin apenas darse cuenta, varias hojas del diccionario que todavía tenía en sus manos, y sus ojos se posaron casualmente en otra palabra: abrazo. No necesitaba leer la definición. Lo que necesitaba era vivir sus ejemplos. Sentir su calor. Darlos y a la vez recibirlos.
Sin razón alguna.
vía EL BLOG ALTERNATIVO
Cogió el viejo diccionario, pasó las páginas hasta la letra I, y comenzó a buscar.
Ironizar. iroqués. irracional: adj. Que carece de razón.
No encontró en dicha definición ejemplos de cosas o situaciones irracionales aplicables a su vida, pero no era necesario. Los conocía bien.
No existía órgano más irracional que el corazón, ni sentimiento más irracional que el amor.
Seguía enamorado aún sabiendo que su amor no era correspondido.
Y cada vez que la veía, cada vez que ella le dirigía un tímido 'hola' acompañado de una de esas miradas que dicen más que las palabras, y en la que podía leer 'yo también te quiero, pero de otro modo'; cada vez que esto ocurría, su corazón temblaba de emoción mezclando sentimientos de comprensión, pues la entendía, y de tristeza, pues la quería.
Ese era el sinsentido que no lograba entender.
Era esa la sinrazón que le oprimía el corazón.
Sentir en solitario un sentimiento que, en teoría, debía ser compartido. Amar sin ser amado, querer sin ser querido, al menos del mismo modo.
Pasó, sin apenas darse cuenta, varias hojas del diccionario que todavía tenía en sus manos, y sus ojos se posaron casualmente en otra palabra: abrazo. No necesitaba leer la definición. Lo que necesitaba era vivir sus ejemplos. Sentir su calor. Darlos y a la vez recibirlos.
Sin razón alguna.
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