- Maestro, ¿Cómo puedo estar seguro de que soy todo lo buena persona que puedo llegar a ser?
El maestro permaneción unos segundos en silencio, meditando. El discípulo esperó pacientemente, sabía que las respuestas necesarias llegan después de un tiempo necesario de reflexión.
- Cuando era joven pagué mis estudios trabajando en un taller de cestos de mimbre. - Contestó el maestro - El maestro artesano que llevaba el taller se pasaba muchas horas al día tejiendo mimbre para hacer los mejores cestos que haya visto. Hablamos poco, pero cuando lo hacíamos descubrí que eran conversaciones llena de significado para mi, de las cuales yo aprendía mucho, puesto que era un hombre muy reflexivo y observador, aunque no tenía estudios de ningún tipo. Descubrí que yo esperaba que llegasen estos escasos momentos de conversación puesto que siempre me arrojaban una luz diferente sobre los asuntos que estudiaba en la academia.
Un día, después de observar maravillado la producción que había hecho, me contestó:
- No tiene mucho mérito, es el material con el que estamos trabajando, que es de excelente calidad.
- Maestro, estoy de acuerdo que el material es de excelente calidad, pero su hablidad para tejer es exquisita - le contesté.
- Mi habilidad se basa en no estropear lo que es bueno. Fíjate bien, si tienes mimbre de mal calidad sólo podrás conseguir malos cestos. en cambio, si tienes mimbre de buena calidad puedes obtener malos cestos o buenos cestos. Con las personas ocurre lo mismo, si tienen mimbres de mala calidad, no podrás llegar a ser una buena persona.
El discípulo reflexionó unos instantes antes de preguntar:
- Maestro, ¿cómo sé que mis mimbres son buenos?
- Es sencillo - contestó el maestro - sólo tienes que revisar tus actitudes y tus prejuicios.
VÍA SABER LO QUE BUSCO
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