El lector Murali, de la India, cuenta la historia de una niña que resolvió subir a lo alto de una montaña para visitar a su abuela. Llovía a cántaros, soplaba un viento helador, y los truenos retumbaban constantemente.
Cuando estaba a punto de llegar a su destino, sintió que algo le rozaba los pies. Miró hacia abajo, y vio que era una serpiente.
- Me estoy muriendo – le dijo la serpiente -. Hace mucho frío y no hay nada que comer en esta montaña. Por favor, ¡protégeme! Ponme bajo tu abrigo, salva mi vida, y me convertiré en tu mejor amiga.
A pesar de la tempestad, la niña se detuvo y comenzó a reflexionar. Observó la piel dorada y verde de la serpiente, y se dijo a sí misma que nunca había visto nada tan hermoso. Pensó en la envidia que les entraría a sus amigos de clase al aparecer con una serpiente que la defendería de toda amenaza. Finalmente, dijo:
-Está bien. Voy a salvarte, porque todos los seres vivos merecen cariño.
La serpiente se hizo así amiga de la niña, asustando en el colegio a las personas agresivas, y haciéndole compañía en los días solitarios. Hasta que cierta noche, mientras la niña estaba haciendo los deberes de casa, sintió un dolor agudo en el pie derecho. Al mirar hacia abajo, descubrió a la serpiente, que la había mordido.
-¡Eres venenosa! – gritó – ¡Voy a morir en seguida!
La serpiente nada dijo.
- ¿Por qué me has hecho esto? ¡Yo te salvé la vida!
- Ese día, cuando te agachaste para salvarme, sabías que yo era una serpiente, ¿o no?
Y, lentamente, se alejó arrastrándose.
Fuente: Warrior of The Light
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