Cuando somos bebés siempre hay alguien que nos estimula.
En la niñez hay mucho estudio, demasiado diría yo, y juegos. No queda un minuto sin ocupar.
Durante la adolescencia se trata de estudiar, estudiar, estudiar y algún momento de diversión.
La juventud se llena de estudio, trabajo y juerga.
Los años de madurez se viven entre trabajo, casa, familia, amigos,… No queda ni un segundo de libertad.
Y para la jubilación quedan las “obligaciones” con hijos y nietos, viajes y cursos varios.
La sociedad, al menos en la que me ha tocado vivir, está obsesionada en estudiar duro para acumular títulos, trabajar sin descanso para obtener un status laboral y social más alto, consumir cuanto más mejor… Estamos dentro de una inercia que no deja ni un segundo libre… ¿Y si paras un momento y piensas que estás haciendo con tu vida?, ¿qué sentido tiene lo que haces?, ¿qué aportas al mundo? y… ¿eres feliz así?
Te recomiendo que te tomes tu tiempo para cuestionarte todos esos temas. No se trata de proponerte hacer un megaestudio de tu vida actual, algo que probablemente nunca llegarás a realizar. Dedica unos pocos minutos cada semana a hacerte preguntas, plantearte cosas y, ¿por qué no?, soñar con una vida distinta.
Comprendo perfectamente que hacer cambios e, incluso ir contracorriente, puede resultar extremadamente difícil. Debemos dejar atrás todas aquellas excusas que nos impiden continuar y saltar al vacío.
Finalmente la decisión es tuya. ¿Prefieres intentarlo o seguir lamentándote toda la vida?
de El blog alternativo
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