Jim Rohn
El autosacrificio es para débiles que, temerosos de vivir sus propias vidas, le endosan esa responsabilidad a otros en nombre de la bondad… y encima después esperan gratitud a cambio.
Es convirtiéndose en todo lo que uno puede llegar a ser, que ayudará a otros, mediante su ejemplo. No hay satisfacción o felicidad en ayudar a otros antes de haber aprendido a ayudarse a uno mismo.”
Sheelagh Mawe, “Dandelion”
A lo largo de nuestra carrera nos hemos topado con mucha gente que tiene una creencia que le traba su camino al éxito. A veces dicha creencia es consciente, declarada a viva voz y hasta enarbolada como bandera militante. Otras veces es subconsciente, una traba mental moldeada o insertada por nuestros padres, educadores o nuestro medio ambiente. Se trata de la idea de que “no es ético ganar (mucho) dinero mientras haya otras personas que ganen menos que nosotros”.
A veces adopta una forma pasiva, negativa, cuando la persona se regodea en su propia miseria, y construye su identidad en base al sufrimiento que le causan factores externos como el gobierno, el país, la mala suerte y el destino cruel. Su forma de relacionarse con los demás consiste en ponerse en el papel de víctima que despierta compasión o solidaridad.
Otra forma más activa, es la persona que se desvive ayudando a los demás, regalando su tiempo, su dinero, sus recursos, sin preguntarse si lo que hace sirve de algo y a veces hasta sin preguntarse si su ayuda es necesaria o tan siquiera bienvenida. Su identidad se basa en que es una buena persona que se desvive por los demás, por lo que demanda simpatía, respeto, admiración y gratitud. No tiene tiempo para ocuparse de sí misma, porque siempre hay algún otro para ayudar primero.
Pongo como ejemplo las instrucciones de seguridad que la azafata nos transmite antes de iniciar un vuelo. “En caso de descompresión de la cabina, máscaras de oxígeno se desprenderán del techo frente a usted… SI VIAJA CON NIÑOS O PERSONAS A SU CUIDADO, PONGASE LA MASCARA USTED PRIMERO, LUEGO OCÚPESE DE PONERLE LA MÁSCARA A LA PERSONA A SU CUIDADO.” Estas instrucciones son contrarias a nuestros instintos. Cualquier madre intentaría poner la máscara su hijo primero, y recién después la suya propia. Sin embargo, al proceder así pone en riesgo la vida de ambos (porque puede desmayarse antes de lograr colocar la máscara al infante).
Lo mismo pasa con el tema de ayudar. La única forma de ayudar a los demás es ayudarse primero a uno mismo. Claro que algunos se olvidan de la segunda fase del plan, y se quedan sólo en la autoayuda.
Otras personas de gran éxito se dedicaron a amasar fortunas primero para luego utilizarlas para bien de la humanidad, como Andrew Carnegie, Bill Gates o Warren Buffet. Claro, ellos tenían un talento que lograron convertir en riqueza, y su única forma de ayudar a los demás es repartiendo dicha riqueza con fines benéficos. Su talento es único, por lo que no se puede repartir ni duplicar.
Nosotros podemos ayudar a las personas a que se ayuden a sí mismas. Podemos compartirlo y duplicarlo. Podemos enseñar a pescar en vez de regalar pescado.
Fuente: http://yoevoluciono.com
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