"De pronto, ponte alerta. Andando por la calle, párate inmediatamente, respira profundamente, ponte alerta por un momento. Y cuando digo alerta, simplemente quiero decir alerta a lo que está sucediendo: el ruido del tráfico, la gente pasando y hablando, todo lo que hay a tu alrededor. Simplemente ponte alerta. Tú no estás ahí en ese momento: está la existencia y su belleza.
Entonces el ruido del tráfico no parece ruido, no parece una perturbación, porque no hay nadie para resistirse a él y luchar contra él. Simplemente llega a ti y pasa; lo oyes y ya no lo oyes más. Llega y pasa. No hay barrera contra la que puede chocar. No puede producirte ninguna herida, porque todas las heridas se producen en el ego. Pasará. No habrá ninguna barrera contra la que pueda chocar; no habrá ninguna lucha, ninguna perturbación.
Recuerda esto: el ruido que hay en la calle no es la perturbación. Cuando el ruido de la calle lucha contra ti, cuando tienes una idea fija de que es una perturbación, se vuelve una perturbación. Cuando lo aceptas, llega y pasa, y simplemente eres bañado por él; sales de él más lozano. Y entonces nada te cansa. Lo único que cansa, que sigue disipando tu energía, es esta resistencia que llamamos el ego.
Pero nunca lo consideramos de esta manera. El ego se ha convertido en nuestra vida, en su esencia misma...
He oído que le preguntaron a un gran político, un gran líder de un país: "Debe estar cansándose. Todo el día, vaya a donde vaya, hay un gentío de cazadores de autógrafos".
Ese político, ese líder, dijo: "Eso casi me mata..., pero esto es sólo la mitad de la verdad". Debe de haber sido un hombre muy excepcional, honesto. Dijo: "Casi me mata..., pero casi. Si no hubiese nadie pidiendo mi autógrafo, eso me mataría completamente. Este gentío continuo casi me mata, pero lo otro sería más peligroso. Me mataría completamente si no hubiera nadie que pidiese mi autógrafo".
De modo que, independientemente de lo agotador, lo extenuante que sea el ego, aún te parece que es la vida, y que si no hay ego, te parece que la vida desaparecerá de tu mente. No puedes concebir que la vida pueda existir sin ti, sin que haya siempre el punto de referencia del "yo". Es lógico en cierto modo, porque nunca hemos vivido sin él. Hemos vivido a través de él, hemos vivido en torno a él; sólo conocemos un tipo de vida, que está basada en el ego. No conocemos ninguna otra vida.
Y como hemos vivido a través de él, no hemos podido vivir realmente. Estamos simplemente luchando por vivir, y la vida nunca nos sucede, sólo pasa a nuestro lado. Está siempre al alcance, en la esperanza: mañana, el momento siguiente..., y estaremos viviendo. Pero nunca llega, nunca se logra. Sigue siendo siempre una esperanza y un sueño. Pero seguimos moviéndonos, y como no llega, nos movemos rápidamente. Eso también es lógico: si la vida no nos está sucediendo, la mente sólo puede pensar una cosa: no nos estamos moviendo lo suficientemente rápido, así que date prisa, corre.
Sucedió una vez que uno de los grandes científicos, T.H. Huxley, iba a dar una conferencia en Londres. Llegó a la estación, a la estación de cercanías, pero el tren tenía retraso, así que corrió a un taxi y le dijo al conductor: "¡Dese prisa! ¡Vaya a la velocidad máxima!".
Iban a toda prisa, cuando de pronto se dio cuenta de que no había dado la dirección. Pero entonces recordó también que él mismo había olvidado la dirección. De modo que le preguntó al conductor: "Chófer, ¿sabe a dónde tengo que ir?". Él dijo: "No, señor. Pero estoy yendo lo más rápido que puedo".
Esto es lo que está sucediendo. Vas lo más rápido que puedes. ¿Dónde vas?, ¿Cuál es el destino? ¿Por qué te estás moviendo? Por la esperanza de que algún día te suceda la vida. ¿Y por qué no está sucediendo ahora mismo? Estás vivo... ¿Por qué no está sucediendo ahora mismo? ¿Por qué el nirvana siempre está en el futuro, siempre mañana? ¿Por qué no hoy? Y mañana nunca llega..., o, cuando llegue, siempre será hoy y te lo volverás a perder...
Estás dándote prisa para alcanzar la vida, y sólo llega la muerte y nada más. Pero la mente, como sólo está acostumbrada a una dimensión, como sólo ha conocido un camino --que ni siquiera es un camino; sólo parece ser un camino--, dirá que si no hay ego, ¿dónde está la vida?
Pero yo te digo que si hay ego, no hay ninguna posibilidad de vida, sólo promesas. El ego es perfecto haciendo promesas, no deja de prometerte cosas. Y tú eres tan inconsciente... Ninguna promesa se cumple nunca, pero tú vuelves a creer...
¡Vuelve la vista atrás! El ego prometió muchas cosas, y no se ha logrado nada con ello... Cuando eras un niño, había promesas para la juventud: habría vida cuando crecieras. Todos lo decían, y tú también confiabas en que cuando te hicieras mayor, sucedería todo lo que tenía que suceder. Ahora esos días han pasado, la promesa sigue sin cumplirse, pero lo has olvidado...
Ahora confías en la edad madura: que, en la madurez, sannyas florecerá, la meditación te sucederá. Entonces se habrán acabado las preocupaciones; tus hijos se habrán ido a la universidad, y todo se habrá asentado. Entonces no tendrás responsabilidades. Entonces podrás buscar lo divino. Entonces, en la edad madura, va a suceder el milagro... y morirás insatisfecho.
No va a suceder, porque nunca sucede en la esperanza, nunca sucede con la esperanza. Nunca sucede con la promesa del ego. Puede suceder ahora mismo: sólo puede suceder ahora mismo. Pero entonces es necesaria una consciencia muy intensa, para poder desechar todas las promesas, y todas las esperanzas, y todos los programas futuros, y todos los sueños, y mirar directamente aquí y ahora a lo que eres".
Osho, El Libro de los Secretos
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