- … no entiendo por qué estás tan preocupada. Estoy bien. Hay veces que una tiene que hacer cosas que no apetecen, pero así es la vida.
- Si, ya veo que has tomado una decisión en firme… Aunque ya sabes que a la larga seguir con esto quizá no es lo que querrías, ¿verdad?
- Quién sabe… ahora creo que esto es lo que tengo que hacer, ya me he comprometido, y no voy a dejarlo, ya sabes lo cabezota que soy… soy así y no voy a cambiar ahora. Seré consecuente conmigo misma, aunque sea difícil…
- Como siempre, lo planteas todo a ganar o perder…
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Que crees que las cosas o te tienen que salir o no salen. Tú pones toda la carne en el asador para ganar, comprometiéndote hasta el tuétano, porque no te gusta perder…
- A nadie le gusta.
- Completamente de acuerdo. Pero a veces, por no querer perder, pierdes más a la larga. A veces, perdiendo, se gana.
- No te entiendo…
- Bueno, voy a ponerte un ejemplo, con una anécdota que me contaron hace poco:
En un lugar remoto, una tribu de indígenas capturaba monos vivos. Como no querían que sufrieran daños y que fuera relativamente fácil cogerlos, se inventaron una sencilla trampa. Era la siguiente: cogían unas calabazas y las vaciaban, dejándolas atadas a un árbol. Sólo dejaban un pequeño agujero en la parte de arriba, de manera que un mono podía meter la mano dentro pero con dificultad. Dentro de cada calabaza metían unos cacahuetes. Éstos eran el cebo. Una vez preparado todo, dejaban las calabazas atadas a unos árboles y se emboscaban a esperar.
Al cabo de un rato, los monos olían la comida y se acercaban. Veían los cacahuetes dentro de las calabazas. Por supuesto, estiraban la mano, la metían dentro de la calabaza y cogían un puñado de comida. El problema (y la trampa) era que con el puño cerrado, no podían sacar la mano de la calabaza, el agujero era demasiado estrecho. Estaban atrapados. Entonces los cazadores salían en tropel de su escondite para cogerlos. Los que se empeñaban en intentar sacar la mano con el puño cerrado para no soltar la comida, eran capturados. Y los que renunciaban a la comida y sacaban la mano, podían huir a tiempo.
- Hay veces que podemos quedar atrapados por cosas que queremos, o por compromisos que hemos adquirido con nosotros mismos. Pero como ves, no siempre es cuestión de ganar o perder…
VÍA UN RINCÓN IN SEGURO
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