“Engarza en oro las alas del pájaroy nunca más volará al cielo”. R. Tagore.
A muchas personas les cuesta trabajo comprender las repercusiones que tiene su sobreprotección sobre aquellos a quienes quieren.
El dar todo a quien se ama y tratar de protegerlo de todos los peligros – me refiero a padres, parejas, hermanos, amigos,...-, es algo que puede hacer mucho daño. Afecta al ser amado en la seguridad en sí mismo, en su confianza personal y su autoestima. De esta forma tan paradójica, y más allá de hacer un favor o intentar aportar felicidad, lo que se propicia es la anulación, el inmovilismo, la dependencia y la acomodación del otro.
Quienes adoptan el rol de "salvadores" no alcanzan a comprender, que una manera muy efectiva de anular a una persona, es evitando que se esfuerce, que trabaje, que enfrente por sí mismo los retos y dificultades en su vida. Al afrontar nuestras propias dificultades, fortalecemos nuestras habilidades y nos damos la oportunidad de conocer y valorar nuestros propios recursos.
Esto no está reñido de ninguna manera con pedir u ofrecer ayuda, perohay que saber diferenciar entre apoyo y codependencia/dependencia.
La sobreprotección es una patología del amor: "Lo hago todo por ti, porque te quiero", pero contiene una descalificación: "Lo hago todo por ti, porque quizá tú solo no podrías".
Quien toma el rol de “el fuerte" o "el salvador”, mira al otro, "el débil"o "la víctima", desconfiando en su capacidad de resiliencia, de superación, de crecimiento,... Desde ahí, lo debilita, lo empequeñece. Es una forma de subestimar al otro y hacerlo sentir inferior e incapaz. Quien ofrece la sobreprotección, se coloca en una posición de superioridad: “Yo sí puedo, tú no puedes", "Yo sé lo que tú necesitas, tú no", "Yo estoy bien, tú estás mal", “Tú me necesitas, yo a ti no”.
psinergia
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