El imán encontró a Nasrudín en la cocina con su perro.
-¡Maldito infiel!, vociferó. ¿Has olvidado que el patriarca Noé dividió a los animales en dos categorías: puros e impuros?
-¿Y en qué categoría entra mi perro guardián?
-¡En la categoría de impuro, sin duda alguna! ¡Haz que desaparezca ese perro asqueroso de tu casa o sufrirás la ira de Dios, que enviará
a sus ángeles a tu miserable morada!
-¿Y los ángeles de Dios ahuyentarán a los ladrones y cuidarán de mis cabras?
-¡Vesánico!, protestó el imán. ¿Por qué los santos ángeles deberían preocuparse de tus menesteres?
-Entonces, y a riesgo de enfadar a Dios, sin duda alguna, voy a conservar a mi perro.
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