Me gusta la sensación
de libertad que siento
cuando me quito la pesada
capa de críticas, miedo,
culpa, resentimiento
y vergüenza.
Entonces puedo perdonarme
a mí y perdonar a los demás.
Eso nos deja libres a todos.
Renuncio a darle vueltas
y más vueltas
a viejos problemas.
Me niego a seguir viviendo
en el pasado.
Me perdono por haber
llevado esa carga
durante tanto tiempo,
por no haber sabido
amarme a mí
ni amar a los demás.
Cada persona es responsable
de su comportamiento.
Así pues no necesito
castigar a nadie,
todos estamos sometidos
a las leyes de
nuestra propia conciencia,
yo también.
Continúo con mi trabajo
de limpiar las partes
negativas de mi mente
y dar entrada al amor.
Entonces me curo.
Louise L. Hay.
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