Es la vibración de la vida, la intensidad de la fuerza creativa que todo lo mueve.
Pero nuestra personal relación con el deseo, así como lo vivimos en nuestra experiencia humana, no siempre es fácil. Muy a menudo lo confundimos con la posesividad, con el apego, con una necesidad insatisfecha, con una falta de algo o de alguien y todo esto nos genera profunda insatisfacción y frustración.
Deseamos algo (o alguien…) y tenemos la ilusión de que poseerlo nos brindará toda la dicha a la que anhelamos.
Y cuando lo obtenemos, como estamos intentando rellenar un vacío interior que nunca se podrá rellenar con algo exterior, rápidamente vuelve la insatisfacción, la necesidad de tener más y el afán de acumular (cosas, experiencias, dinero, emociones, amantes, la lista es infinita…)
Sin dudas, delegar nuestro bienestar y nuestra felicidad a un objeto externo o a otra persona es la vía mas rápida hacia el sufrimiento.
LAURA ORSINI
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