El niño-a interior, es nuestra parte de Luz, y de Amor puro. Lo que muchos llaman “conciencia crística”, esa parte no puede ser herida, pues simplemente ES, y es perfecta. Se mantiene en la vibración y en la frecuencia de luz y amor puros. Por tanto, no hay que sanar a nuestro niño interior. Sí hay que tener una sana-acción como adultos, para volver a re-cordar (pasar por el corazón) quiénes somos.
Nuestro Ser es, no necesita ser sanado. Necesita que volvamos a él, que vivamos según la mejor versión de nosotros mismos.
¿No es acaso el estado en el que viven los niños?
Su imaginación, no conoce límites. En este punto, el adulto, pervierte esta libertad con el concepto de la fantasía: “es que estás en las nubes”… o: “tienes demasiados pájaros en la cabeza”.
No es igual vivir en mundos irreales que disfrutar del maravilloso don que es la Imaginación (capacidad para percibir imágenes de otras realidades, y poder crearlas en la materia: imagen en acción).
Los niños son creadores de mundos a través de su imaginación. Es más, los creadores de mundos de este mundo, se nutren de su imaginación.
¿Cómo re-cordamos nuestros dones? A través de un triangulo mágico: imaginación, creatividad, y juego-risa.
MARTA ARTEAGA
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