- Piensa bien, pues los que te han hecho sufrir, tal vez no sean tan malos. Manifiesta, eso sí, tu dolor, con paz y tranquilidad.
- Piensa bien, pues los que no son de tus ideas políticas o religiosas, no tienen por qué ser tus enemigos. Aprende a distinguir el enemigo del adversario. Éste piensa distinto de ti; aquel está en contra de tu persona. En todo caso, aprende a perdonar y él también cambiará.
- Piensa bien, pues los que no discurren como tú, tal vez no sean unos ignorantes. ¡Qué bien si somos capaces de encajar e integrar las ideas de todos! Respeta las suyas y haz que respeten las tuyas, con eficacia pero sin agresividad.
- Piensa bien, pues los que no te caen simpáticos no tienen por que ser malas personas. Tal vez no son muy buenas pero no conectas con ellas. Examínate qué parte que parte tienes tú en su actitud.
- Piensa bien, pues los que son más viejos que tú, tal vez no sean unos atrasados. Han vivido mucho y quizás han sufrido mucho. Aprovéchate de su experiencia y de su interioridad. Quiérelos por encima de sus ideas con tal de que te dejen a ti actuar en paz.
- Piensa bien, pues los que son más jóvenes que yo tal vez no sean unos inexpertos. Ahora tiene más preparación. Escúchales y se paciente con ellos.
- Piensa bien, pues los que tienen más éxito que tú tal vez lo han merecido o han dedicado más esfuerzo. Acepta incluso que han tenido más suerte. Lo ganará tu corazón.
- Piensa bien, pues los que te contradicen tal vez tienen razón. Dales las gracias, porque ayudan clarificar tus ideas, confirmar los puntos clave y purificar tus actitudes.
- Piensa bien, pues los que te han dicho una palabra amable tal vez lo han dicho desinteresadamente, sin pedir nada a cambio si no es un ambiente de cordialidad. Devuélvesela tú a ellos igual.
- Piensa bien, pues los que te han hecho un favor, tal vez lo han hecho de mil amores. Suele suceder. Y tú haz lo mismo con entrega y generosidad.
- Piensa bien, pues los que no son de tus ideas políticas o religiosas, no tienen por qué ser tus enemigos. Aprende a distinguir el enemigo del adversario. Éste piensa distinto de ti; aquel está en contra de tu persona. En todo caso, aprende a perdonar y él también cambiará.
- Piensa bien, pues los que no discurren como tú, tal vez no sean unos ignorantes. ¡Qué bien si somos capaces de encajar e integrar las ideas de todos! Respeta las suyas y haz que respeten las tuyas, con eficacia pero sin agresividad.
- Piensa bien, pues los que no te caen simpáticos no tienen por que ser malas personas. Tal vez no son muy buenas pero no conectas con ellas. Examínate qué parte que parte tienes tú en su actitud.
- Piensa bien, pues los que son más viejos que tú, tal vez no sean unos atrasados. Han vivido mucho y quizás han sufrido mucho. Aprovéchate de su experiencia y de su interioridad. Quiérelos por encima de sus ideas con tal de que te dejen a ti actuar en paz.
- Piensa bien, pues los que son más jóvenes que yo tal vez no sean unos inexpertos. Ahora tiene más preparación. Escúchales y se paciente con ellos.
- Piensa bien, pues los que tienen más éxito que tú tal vez lo han merecido o han dedicado más esfuerzo. Acepta incluso que han tenido más suerte. Lo ganará tu corazón.
- Piensa bien, pues los que te contradicen tal vez tienen razón. Dales las gracias, porque ayudan clarificar tus ideas, confirmar los puntos clave y purificar tus actitudes.
- Piensa bien, pues los que te han dicho una palabra amable tal vez lo han dicho desinteresadamente, sin pedir nada a cambio si no es un ambiente de cordialidad. Devuélvesela tú a ellos igual.
- Piensa bien, pues los que te han hecho un favor, tal vez lo han hecho de mil amores. Suele suceder. Y tú haz lo mismo con entrega y generosidad.
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