Estamos conectados con todo en el Universo. No hay nada de lo que no seamos parte; todo fluye a través de nosotros y hacia nosotros. Nuestras energías, nuestros pensamientos y nuestras palabras fluyen a través de toda vida, en la Tierra y en todas partes. No tenemos fin ni principio sino un flujo continuo de luz, cambiando de forma una y otra vez. Estamos perfeccionando nuestra forma continuamente en cada una de nuestras encarnaciones. Hemos sido innumerables formas, desafiándonos deliberadamente a nosotros mismos para ser más y más mientras recorremos el laberinto estelar hacia casa, a la Fuente, sabiendo en lo profundo de nuestro ser que en este tipo de existencia no hay ningún fracaso, sólo evolución.
A medida que alcanzamos la cúspide en este nivel de existencia y evolución, empezamos a darnos cuenta del efecto que tienen nuestras palabras, pensamientos y miedos en este momento decisivo de la humanidad. Hablamos sin pensar, creamos por capricho y profetizamos desde el miedo. Hablamos como niños de escuela pensando que nuestras palabras no significan nada, sin darnos cuenta de que se crearon mundos con una palabra, un pensamiento, un decreto. En nosotros está el poder de destruirlo todo o crear una utopía, un cielo en la tierra. Con nuestras palabras frívolas, saboteamos nuestras propias vidas, nuestras finanzas, nuestra salud, nuestro matrimonio y nuestro futuro.
Cada pensamiento que tienen está vivo. Cada palabra que pronuncian nace a la existencia. Ustedes la liberan de su reino interior. Como si dejaran salir a un genio de una botella, sus palabras, sus pensamientos, esperan sus órdenes para entrar en el mundo de la materia y hacer lo que hacen mejor, ¡crear! ¡Toda creación es hecha por ustedes, para ustedes y a través de ustedes! El tiempo entre el pensamiento y la manifestación se hace más y más breve, forzando la atención de todos al vestíbulo de espejos de la responsabilidad. Es allí que nuestros reflejos mundanos sacuden la esencia misma de nuestra alma. Nos preguntamos: ¿Fuimos nosotros los que creamos esta confusión? Cada situación es obra nuestra, una creación concisa y perfecta, puntuada, perforada y configurada para la gente por la gente.
Hacemos esto como individuos, como países, familias, continentes y mundos. Tantas oportunidades para aprender y evolucionar, sin conocer el poder del instrumento a la mano. Hacemos lo mejor que podemos para cumplir profecías antiguas y bíblicas, creyendo a cierto nivel que quienes vivieron antes sabían más que nosotros, cediéndoles nuestro poder y nuestro mundo a los huesos enterrados del pasado. Si esas mismas personas profetizaran hoy en día, nos reiríamos considerándolos excéntricos o miembros de alguna secta, sin honrar sus palabras, ni sus miedos. El mundo exterior sólo refleja nuestros pensamientos y diálogo internos. La vida no es algo que nos sucede, es algo que nosotros creamos continuamente.
Sabiendo que podemos crear y creamos colectivamente, pongamos manos a la obra y creemos un mundo de armonía. Veamos a nuestro vaso del mundo siempre lleno en vez de medio vacío y desganado. Toda vida responde a sus pensamientos. Saber cuán poderosas son nuestras palabras las 24 horas del día por toda la eternidad nos arruina un poco nuestras bromas. Lo que podamos decir aún bromeando va a expandirse a través de todo espacio y tiempo. Lo que decretamos para otro nos lo regalamos a nosotros mismos. Nuestros enojos, nuestros miedos, nuestros celos se están animando, vivitos y coleando, pateándonos a su vez para atraer nuestra atención. Hoy se encuentran donde los han traído sus pensamientos; mañana estarán donde los lleven sus pensamientos.
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